Miguel Piñera es el Isidoro Cañones de una de las familias más poderosas, económica y políticamente, de Chile. Su hermano Sebastián dirige la compañía aérea Lan Chile y es presidente del derechista partido Renovación Nacional. El otro hermano, Pablo, es director de Televisión Nacional de Chile. No casualmente, entonces, la vida de Miguel (“El negro” para todos en el país vecino) ha pasado por los aviones y la televisión. Y la noche, claro: es dueño de varios clubes, en Santiago y otras ciudades, pero también empresario productor de espectáculos y, en sus ratos libres de manera más o menos profesional, cantante. En esta actividad es que lo acompañan habitualmente los nuevos músicos de Charly García. Sin embargo, la figuración mediática de Piñera casi siempre tuvo que ver con sus conquistas amorosas y consecuentes problemáticas rupturas. La última de ellas ocupó generosos espacios en los medios trasandinos a principios de este año. Su pareja durante los últimos seis años fue la modelo y concursante de belleza Carla Ochoa, de quien finalmente se separó en no muy buenos términos. La historia, más o menos, es así: Carla anunció su embarazo de Miguel, lo que despertó el frenesí de la prensa del corazón. Finalmente, cuando se supo que el padre de la “guagua” –tal como llaman a los bebés en Chile– era otro, la situación se tornó ciertamente escandalosa. El mismo Piñera, entonces, debió emitir un comunicado de prensa con la explícita frase “la guaga no es mía”. Hasta ahí llegó.