Sáb 13.07.2002

ESPECTáCULOS  › NATALIA VERBEKE, ACTRIZ ARGENTINA EN PLENO ASCENSO

Está naciendo una estrella

Hizo de novia de Ricardo Darín en “El hijo de la novia” y de amiga de Nancy Duplaá en “Apasionados”. Aquí era desconocida, porque vive desde niña en España. Ahora rueda con Gael García Bernal en Londres.

Por Lourdes Gómez
Desde Londres

Las apariencias engañan y la realidad no es más que una ilusión. Entre ambos parámetros se mueven la argentina Natalia Verbeke y el mexicano Gael García Bernal en el rodaje de la película que los reúne por primera vez en Londres. “Parte de la idea de que una situación tradicional, el triángulo de amor entre los protagonistas, sufre un vuelco trascendental a mitad del film”, explica el novelista Matthew Parkhill, que debuta en la realización con este film que, obviamente, parte de un guión suyo. Titulado Dot the i, literalmente Punto sobre la i, arranca con un apasionado beso que Verbeke le estampa a García Bernal en su despedida de soltera y a espaldas del novio, el último vértice del triángulo que interpreta el británico James D’Arcy. “Es una chica española que viene a Londres huyendo de un pasado turbio. Encuentra en D’Arcy al hombre perfecto para casarse. Pero Gael despierta su pasión. A partir de ahí, el mundo se le viene abajo”, explica la actriz, nacida en Buenos Aires en 1975.
Verbeke está convirtiéndose en una nueva gran figura joven del cine internacional: viene de trabajar con Juan José Campanella en la súper exitosa El hijo de la novia, en el papel de novia del protagonista, Ricardo Darín, y de medir figuras con Pablo Echarri y Nancy Duplaá en el film Apasionados, de Juan José Jusid, uno de los más taquilleros del momento en Buenos Aires. García Bernal se consagró en Amores perros, fue la estrella de Y tu mamá también, dos de los más interesantes films mexicanos de la última década y, entre otros muchos trabajos –como una superproducción del canal Hallmark sobre la vida del Che Guevara–, rodó con el músico Fito Páez su opera prima, Vidas privadas, haciendo el papel de hijo de Cecilia Roth.
Las escenas eróticas entre la argentina y el mexicano no se incluyen en esta jornada de rodaje. La pareja se ha citado en un bar del este de la ciudad, donde, sin mediar palabra, la joven protagonista propina un puñetazo a su colega mexicano. “Ella es así, muy impulsiva. La invité a tomar un café y se pone a pegarme. Es muy humillante que te peguen en la cara”, admite el rostro que encandiló a medio mundo con su interpretación en Amores perros. Parkhill habla de la “increíble química” que fluye entre ambos profesionales en esta historia que aborda, entre otras cuestiones, la noción del artista que cree que todo se justifica en nombre del arte. “Los personajes piensan que la vida es una película y serán castigados por ello”, advierte el novel realizador. Esta línea difusa entre la realidad y la ilusión llevó a García Bernal a aceptar el papel.
Había rodado antes en Londres, pero el proyecto se canceló seis semanas después por problemas de salud de la protagonista, Winona Ryder. “Leí el guión en un momento de mi vida en el que estaba un poco acongojado y observando cómo se desarrolla la creación de la realidad. ¿Quién crea la realidad y es realmente cierto lo que vemos? Los paparazzi no nos muestran la vida real de las estrellas sino una visión subjetiva de la realidad. Yo también quise tomar fotos de los que me retratan para demostrar que una imagen e incluso una acción no siempre son más importantes que la palabra. No significan algo contundente, ya que también pueden contradecirse”, reflexiona. Pese a su trepidante despegue, García Bernal no siente la presión de la popularidad. A sus 22 años prefiere disfrutar de la fama porque de lo contrario, dice, “sería horrible, aburridísimo y sufriría muchísimo”.
Su nueva compañera de reparto, la argentina-española que viene de filmar Jump Together, también vive al margen del revuelo mediático. “Yo sigo igual. No noto el ‘boom’. Nunca he buscado la fama y, aunque es inevitable porque estoy expuesta al público, no me afecta”, comenta en su camarín. El brasileño Alfonso Beato dirige la fotografía, como ya lo hizo en un par de títulos de Pedro Almodóvar. “Quiero hacer una película inglesa –dice Parkhill– con un sentimiento, textura y color diferentes. Beato viene a Londres con los ojos de un extranjero. Que haya aceptado el trabajo es un sueño que creí inalcanzable.”

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