Lun 15.07.2002

ESPECTáCULOS

Una banda con fantasías animadas, para otra noche de súper acción

Babasónicos volvió a presentar su último cd, “Jessico”, pero fiel a su espíritu, lo hizo mostrando nuevas ideas y recursos visuales.

Músicos: Adrián Dárgelos (voz), Mariano Roger (guitarra y voz), Gabriel Mannelli (bajo), Diego Rodríguez (guitarra, percusión, voz), Diego Tuñón (teclados) y Panza (batería).
Lugar: El Teatro.
Público: 2300 personas.
Duración: 80 minutos.

› Por Roque Casciero

“¿Viste que ahora los Babasónicos copian a Gorillaz?” El comentario malicioso circuló en los días previos a los shows del pasado fin de semana. Más específicamente, desde que el quinteto liderado por Adrián Dárgelos anunció que iba a presentar Jessico Animasonic, un espectáculo en el que algunas canciones de su último y elogiado álbum contarían con el agregado visual de animaciones. Pero el veneno no tuvo justificación. Lejos de inventarse una banda ficticia y de usar dibujitos a la Damon Albarn, Babasónicos eligió un sistema interesante: una pantalla transparente se desplegaba de cuando en cuando frente al escenario y desde atrás de los músicos salía una animación que se marcaba sobre el lienzo, pero que también lo traspasaba creando una iluminación inusual sobre el público. Ah, y nada de candor para chicos y grandes, porque entre vuelos sicodélicos, trailers tipo James Bond y western mexicano, hubo tiempo para ver algo de sexo oral llevado hasta el final, por ejemplo.
Más allá de que los Animasonic constituían la novedad de la noche y el supuesto gancho para una nueva presentación grande de un disco que salió hace un año, lo mejor estuvo en la música del quinteto. La solidez que Babasónicos ganó en los últimos tiempos no va en desmedro de su inquietud y su voracidad por incorporar el caos y la diversidad a su propuesta estética. Como en la mayoría de sus shows de los últimos tiempos, el grupo descarga una andanada de ideas e historias hechas canciones con la velocidad y la constancia de una metralla: apenas hay tiempo para digerir los vaivenes de “Yoli”, chica ideal del narcocorrido, antes de embarcarse en la “denuncia” a la prostitución rockera de “Soy rock”. En cuestión de segundos, el ambiente se tensa con “Montañas de agua”, “Pendejo” o “Demonomanía”, pero el espectador encuentra respiro en la balada “Tóxica” (que canta Mariano Roger) y fantasea con un Isidoro Cañones en “El Playboy”. Los hits de Jessico, además del iniciático “D-Generación”, son los puntos más altos de la excitación: “Deléctrico” y “Los calientes” convierten el lugar en una pista disco en la que glamour y sudor se funden. El efecto es anfetamínico y dura poco más de una hora, como si prolongarlo pudiera resultar demasiado peligroso para los que están arriba y debajo del escenario.
Cuando Dárgelos se queda detrás de la pantalla durante los Animasonic, se hace inevitable una poco placentera separación entre público y banda (como alguna vez imaginó Roger Waters para presentar The Wall). Es que la figura y los movimientos del cantante resultan fundamentales para encarnar la superacción de las historias babasónicas. Su consolidación como showman y sussiempre estrambóticos vestuarios hacen que resulte difícil dejar de mirarlo mientras canta. Sus compañeros prefieren dejarle el centro de la escena y dedicarse a construir un entramado imaginativo y efervescente, rara avis en el rock argentino actual. Si hace diez años Babasónicos aparecía con ánimo confrontador y un torbellino de ideas desfachatadas, hoy es capaz de enfocarse y expresar lo mismo con claridad, directo al blanco dibujado en un inconsciente cada vez más colectivo.

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