Mar 16.07.2002

ESPECTáCULOS

Shakespeare para todos los gustos

La versión de Miguel Guerberof de la comedia
“A vuestro gusto” tiene un ritmo hiperkinético, pero se ajusta con fidelidad al texto de 1599.

PARA TODOS LOS GUSTOS
De William Shakespeare
Elenco: Carla Peterson, Verónika Silva, Constanza Nacarato, Antonia De Michelis, Gustavo Chantada, Carlos Lipsic, Horacio Acosta, Javier Montú, Carlos Da Silva y Diego Cosín.
Música: Andrés Claiman.
Vestuario: Yael y Natacha Cervi.
Iluminación: Carlos Lipsic.
Escenografía: Lipsic-Guerberof.
Dirección: Miguel Guerberof.
Lugar: El Ombligo de la Luna (Anchorena 364), sábados a las 22.

› Por Cecilia Hopkins

Desde hace años especialista en versionar obras de Shakespeare, el director mendocino Miguel Guerberof ha sabido encontrar para cada una de las puestas que le dedicó al isabelino un punto de vista regocijante, muy productivo a la hora de concretar un juego espacial particular. La velocidad con que sus actores toman la escena –un ritmo realmente batallador– es una de las marcas que se mantiene entre uno y otro espectáculo. Al enloquecedor juego físico que plantean los personajes se une el hecho de que los actores nunca abandonan el escenario. De este modo, con objetos o sin ellos, el hiperkinético grupo se las ha arreglado siempre para condensar una comedia de cinco actos en un montaje de una duración adecuada a los tiempos que corren, manteniendo a la vez fidelidad al texto original. Acompañado por un elenco de actores que desde hace años estudian junto al director las posibilidades de interpretación que ofrecen los textos shakespeareanos, los dos últimos estrenos de Guerberof fueron Un cuento de invierno y Todo está bien si termina bien, versión de A buen fin no hay mal principio.
Esta vez le llegó el turno a la comedia conocida en castellano con el nombre de A vuestro gusto o Como gustéis (As you like it) que Guerberof titula Para todos los gustos. Escrito hacia 1599, cuando Shakespeare tenía 35 años, esta obra completa una trilogía de corte romántico junto a Mucho ruido y pocas nueces y Noche de Epifanía.
Ambientada en el bosque de Arden, la comedia sigue los lineamientos de la moda literaria que por entonces idealizaba la vida rural en romances y novelas, contraponiendo la sencillez del estilo de vida atribuido a los pastores con el frenesí de las cortes europeas, un tópico iniciado por autores griegos y latinos, como Teócrito y Virgilio. No obstante las diferencias entre ambos universos, el ritmo vertiginoso de estos diez actores (sumamente parejos a todo nivel) se impone para traducir con eficacia los episodios que suceden tanto en el palacio del duque Federico como entre los bosques. Los únicos elementos de escenografía que utilizan son seis paneles de madera que ocultan y descubren a los personajes –hay actores que interpretan hasta tres roles– en ajustado juego coreográfico. Así, el espectáculo da cuenta de la conversión del duque usurpador, quien finalmente depone su actitud seducido por el amor y las bondades de la vida rústica. Y sigue de cerca las historias sentimentales de una serie de personajes que termina encontrando una pareja acorde a sus expectativas, a pesar del juego de equívocos que acarrea el travestismo de la bella Rosalinda.

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