Mié 17.07.2002

ESPECTáCULOS

“La ciudad es el lugar en que se concentran las contradicciones”

Una larga serie de invitados aborda el tema de las ciudades y la literatura, en el marco del programa del escritor chileno Antonio Skármeta.

› Por Verónica Abdala

Una tensión insalvable recorre el pensamiento y el discurso de una serie de escritores invitados a reflexionar sobre la naturaleza urbana: aquella que los lleva a debatirse entre el rechazo por ciertos fenómenos del mundo moderno que la ciudad condensa (la desigualdad, la corrupción, la delincuencia, la miseria, etc.) y la fascinación simultánea por esos escenarios habitados por olores, personajes, ruidos y cadencias que los definen y diferencian. “Junto a la generalizada visión apocalíptica que tenemos de las grandes ciudades, está esta otra visión emocional de la ciudad”, sintetiza el notable escritor y crítico literario argentino Ricardo Piglia, que comparte el living con el conductor de “Un mundo alucinante”, el chileno y también escritor Antonio Skármeta, en la emisión que se verá hoy a las 13, 17 y 22 hs por Canal á. (Repite el sábado a las 8 y el domingo a las 20.)
Juntos, Piglia y Skármeta intentan reflexionar sobre esos cuerpos vivos y mutantes que son las ciudades. Rememoran algunas historias claves de sus vidas asociadas a las calles de unas y otras, con la certeza, o la sospecha, de que bajo el bullicio de las grandes urbes, anidan historias subterráneas, que despiertan recuerdos, añoranzas, rencores y odios en sus habitantes. Y que hacen que unos prefieran las calles de Madrid y otros el brillo espejado de Nueva York, o la finura de París, o el gris de Buenos Aires. Al ejercicio de repensar la relación con la ciudad, se suma un grupo de entrevistados entre los que se cuentan los mexicanos Carlos Monsiváis, Guillermo Arriaga, guionista de la película Amores perros, los escritores españoles Eduardo Mendoza y Juancho Armas Celorio, la chilena Marcela Serrano y el peruano Jaime Bayly. Entre los argentinos que también participan, están el escritor Mempo Giardinelli, el conductor y productor televisivo Mario Pergolini y el especialista en textos de ciencia ficción Pablo Capanna.
Piglia (actual profesor de la Universidad de Princeton y autor de Respiración artificial, La ciudad ausente y Plata quemada, entre otras obras), define a la ciudad como “la metáfora de un mundo muy complejo, el lugar físico en que todas las contradicciones se concentran”. En su opinión, uno de los elementos que distingue a las ciudades modernas es la sensación de sus habitantes de “una suerte de peligro extendido”, del que no es posible quedar totalmente al margen. “Eso queda claro en los textos de ciencia ficción, el género que se apropió de la ciudad en mayor medida que los otros. En un autor como Poe, que inaugura el género, y en sus crímenes a puertas cerradas advertimos ese sentimiento: no hay rincones que permanezcan a salvo del peligro en la ciudad”, dice.
Para Monsiváis, una de esas particularidades constituyentes de la ciudad es su capacidad de albergar mitos, como el de su capacidad ilimitada para albergar gente. “La gente sigue creyendo que allí siempre habrá lugar, y trabajo, y ciertas condiciones básicas para la vida, cuando está totalmente demostrado que capitales como la de México hace décadas –diría desde los años 90 para ser más específico– que se convirtieron en lugares invivibles, más propensas a la expulsión que a la posibilidad de darles cabida. El mito sin embargo sigue funcionando a pesar de la reiterada pérdida de ilusiones que sufren muchos de los que llegan a ella, porque es parte de nuestra idea de ciudad”.
Eduardo Mendoza, en este marco revela que descubrió que las ciudades tienen “personalidad propia” un día en que estando en Londres, tuvo la sensación nítida de que allí “podría llegar a ser feliz”. “Con el tiempo advertí que había sido la ciudad, antes que yo, la que me había permitido creer ese imposible”. Bayly, en tanto, se inclina por el relato de sus vivencias en Madrid, en donde comenzó a escribir “en serio”. Dice que ama esa ciudad, y que sin embargo, no podría vivir en ella. Acaso porquesospecha que las ciudades, en un punto son como las mujeres: el deseo de conocerlas de cerca atenta contra el misterio que preserva su encanto.

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