ESPECTáCULOS
› REVIVAL DE CLASICOS DEL CINE FANTASTICO
Terror en San Telmo
Con cinco años de trayectoria, el cineclub La Cripta, que se dedica a revisar distintas expresiones del género de terror, está dándole nueva vida a un viejo nicho de la calle Defensa.
› Por Pablo Plotkin
Es posible toparse con Vincent Price o Christopher Lee en una calle oscura de San Telmo. Atravesar el umbral de El Local de los Apóstoles un martes a la noche equivale a revolver el arcón de las sensaciones primitivas. El cineclub La Cripta, que lleva cinco años de actividad ininterrumpida, concreta allí cada semana sus proyecciones de cine fantástico y de terror, y la ceremonia se revalida con la certeza y el método de las pasiones intransigentes. En esos martes de superacción, un género cinematográfico es entendido como un refugio de libertad y desprejuicio. “Lo que distingue al público de esta clase de cine tiene que con ver con la diversión”, aventura Peter Pank, programador e ideólogo del ciclo junto a Boris Caligari. “Es un cine primitivo, que despierta sensaciones como el miedo, la risa, el dejarse llevar por la película. Quizás en otro tipo de cine entran en juego cuestiones analíticas, que tienen que ver con un lenguaje específico. Acá el asunto es dejarte arrastrar por la sala oscura, la actuación, la manera en que se escenifica el miedo.”
La Cripta comenzó como un proyecto del coleccionista fílmico Julio Alejandro Martínez. Al principio abarcaba un rango genérico bastante más amplio, y la mayor parte de las proyecciones se hacían en el sótano del antiguo Imaginario de Palermo. Pank y Caligari, en un comienzo colaboradores, tomaron la posta de Martínez (ahora radicado en Río Gallegos, donde funciona una sucursal del cineclub) y decidieron encuadrar el ciclo en cine fantástico y de terror. Después de pasar por varios bares culturales, La Cripta recaló en su ubicación actual, Defensa 550, donde cada función convoca a un promedio de 40 personas (exceptuando favoritos como las retrospectivas de Vincent Price, que llegaron a atraer a más de cien). En un local de techos altos e iluminación mortecina, los concurrentes se apoltronan en puffs, pican algo y beben un poco de vino tinto. A eso de las diez de la noche, la pantalla empieza a reproducir las variedades, que por lo general consisten en algún dibujo animado de la factoría Marvel o en trailers de viejas películas de género. “Tiene que ver con el criterio del cine de antes, donde siempre había una especie yapa”, apunta Pank. “Me acuerdo cuando iba al cine de Campana, que te daban el noticiero, por ejemplo. Se trata de rescatar ese espíritu cinematográfico.”
Después de agotar todo su material fílmico de 16 milímetros que coleccionan desde chicos, los programadores resolvieron incorporar al cineclub las ediciones en formatos VHS y DVD. “La gente sabe que acá va a encontrar las películas en un formato mucho más cuidado que el de la televisión. Muchos vieron el Drácula de la productora Hammer, por ejemplo, pero doblada al castellano. Y de esa manera te perdés la posibilidad de escuchar las voces originales de actores increíbles como Christopher Lee o Vincent Price.” Además de cuestiones técnicas, las funciones de La Cripta son un espacio de expresión estética y de divulgación. Los programas que se reparten antes de cada proyección, muy buenos en términos de gráfica y contenido, son pequeños tratados de género y aportan una visión complementaria del artista, el autor, la productora o el subgénero que se esté revisitando. La entrada consiste en un bono contribución de dos pesos (el cineclub no tiene fines lucrativos) y con ella se accede a un sorteo por un libro de género o un comic.
Este mes está dedicado al terror italiano (Mario Brava, Dario Argento, Lucio Fulci) y para agosto se prepara un especial de zombies. También hubo ciclos de la compañía Hammer Films (en buena medida responsable de la edad de oro que experimentó el terror gótico en los 60), otros dedicados a adaptaciones de obras de Poe, Stephen King, Lovecraft; ciclos de Roger Corman, Bela Lugosi, Universal Studios y terror argentino (que incluyó laproyección de la primera película del género rodada en el país, Una luz en la ventana, dirigida por Manuel Romero y protagonizada por Narciso Ibáñez Menta). Si bien los apasionados del cine fantástico y de terror ejercen una especie de nostalgia obligada por la escasez de producción contemporánea, Peter y Boris advierten algunos signos alentadores en largometrajes recientes, como Los otros, Sexto sentido o La leyenda del jinete sin cabeza.