ESPECTáCULOS
“En el folklore le tienen miedo a lo ideológico”
Claudio Sosa recupera para el género el compromiso político, pero con códigos de la vida cotidiana actual. Se identifica con la Corriente Clasista y Combativa y no le molesta estar marginado de los grandes festivales, donde, sostiene, “hay un monopolio”.
Por Fernando D’Addario
Claudio Sosa impone, al cantar, una voz urgente y profunda. El tono mesurado y apacible que utiliza en la entrevista con Página/12 enfatiza, por oposición, su naturaleza expresiva. Nacido en la localidad tucumana de Monteros, y porteño por accidente laboral, el músico expone sus rebeldías, sus dolores y esperanzas de un modo visceral, pero sin caer en el panfleto. Ni arriba de un escenario ni en una charla de café. Sosa, sobrino de Mercedes, dejó madurar esa dualidad en su último disco, Flores y ayuno, que lo distingue, sin premios oficiales ni grandes contratos, como uno de los intérpretes más lúcidos y coherentes de la última generación folklórica. Debe decirse que se trata de su cuarto cd en diez años, y que el relativo desconocimiento de su obra es atribuible tanto a su condición de “no alineado” con el folklore oficial, como a su bajísimo perfil, que preserva con naturalidad.
En Flores y ayuno, además de la participación como invitados de Mercedes, Coqui Sosa y Melania Pérez, es notable la presencia de Duende Garnica, un ascendente autor santiagueño que firma seis de los doce temas. Entre ellos, algunos que en el futuro admitirán posiblemente el calificativo de “clásicos”, como la “Chacarera del olvidao”: “Flor obrera soy/silvestre de espuma/cuando el tren se va/miro en las vías la luna/pensando tal vez/mi pueblo encuentre fortuna”. Claudio sostiene que el trabajo con el Duende le dio otra perspectiva: “Mi primer disco hablaba de los personajes de los ingenios, en una época en que el tema testimonial estaba un poco fuera de foco. Con el Duende encontré cosas de actualidad”.
Durante años trabajó en el negocio familiar de venta de empanadas. Recuerda que para un show de Mercedes en el Luna Park, horneó nada menos que 6 mil. Doce horas sin parar: “Nunca me sentí más digno de cantar ‘Náufrago en la capi’”, dice, refiriéndose a otro de los temas del disco, que describe los problemas de la gente del interior en Buenos Aires. “Esa canción me llega muy profundo porque yo también sentí miedo en Buenos Aires, alquilé un departamento y me enfrenté a la realidad. Pero no me puedo comparar con el hombre que llegó del interior y se tuvo que ir a vivir a una villa”. Sosa asume que su formación tuvo más que ver con el rock que con el folklore, aunque reconoce que “tampoco encajo en el rock”. Es más “grave” (no para su crecimiento artístico sino para su futuro profesional) que no encaje en su propio género musical: “el folklore tiene miedo de hablar de algo ideológico. Muchos músicos dicen que no se meten en política. Pero si viene un gobernador de una provincia y te invita, y te paga un sueldo, y tocás, y agradecés, eso es político. Son posturas. La mía es clara: estoy alineado ideológicamente con la Corriente Clasista y Combativa. Mis referentes son tipos como el Perro Santillán y Vicente Ruiz, un dirigente tucumano”.
Al nombrar referentes musicales de su generación (Tilín Orozco, Pica Juárez, José Ceña), marca diferencias con los nombres sagrados de la canción comprometida, sin renegar de ellos. “Hoy son otros los códigos. Me identifico con el joven universitario que no encuentra su lugar en este sistema y con el desocupado que pelea por sus derechos en un corte de ruta. Víctor Heredia ya no está para salir a la calle y ver qué le pasa a la gente. Ni para entender lo que está haciendo el Duende. Ya lo hizo.” Dice que Flores y ayuno es un llamado a la esperanza, “pero no de brazos cruzados”, y que no canta en los festivales “porque existe un monopolio, y para cantar ahí hay que pelearse mucho.Esas pilas que gastaba las pongo en otro lado”. En tocar en los cortes de ruta, por ejemplo. En pasar cerca de Retiro y fantasear con la posibilidad del retorno a Tucumán. “El tren es el símbolo del retorno soñado. A veces me siento desanimado, pero el resultado de la lucha no tiene por qué ser inmediato. El del folklorista es un trabajo de hormiga.”