Mié 31.07.2002

ESPECTáCULOS

La Fundación Neruda se indigna pero Neruda no se consideraba un dios

La entidad atacó sin argumentos una investigación sobre Matilde Urrutia, publicada en Página/12 el domingo.

La Fundación Neruda de Chile se sumó ayer al revuelo que causó una nota publicada el último domingo en Radar, de Página/12, en la que el escritor Sergio Gómez relataba antiguas relaciones de Matilde Urrutia, la viuda del poeta, con prostitutas chilenas en Perú. La Fundación calificó el artículo como un conjunto de “expresiones mal intencionadas, en busca de sensacionalismo”, con lo cual permitió una comprobación: la originalidad para atacar la información periodística no queda garantizada solo por la invocación de un poeta tan original como Neruda.
Juan Agustín Figueroa, que preside la Fundación desde que Matilde murió a causa del cáncer, en 1985, dijo que la entidad ni se contactará con Gómez ni tratará de comprobar si sus afirmaciones son veraces. “Nosotros tenemos la certeza de que éstos son infundios que no obedecen a ninguna realidad”, dijo Figueroa.
Naturalmente este diario no publicó infundios sino información nueva, que es justamente el tipo de información que suele hacer caer las certezas o, al menos, provocar la duda entre quienes hasta ese momento tenían una imagen estereotipada de una realidad o un personaje.
La novedad publicada por Página/12 consiste en lo siguiente:
- En Perú, Matilde Urrutia, que aún no era la mujer de Neruda, cantaba en un cabaret, el Oper Ballet.
- Todas las noches, ella y su amante, un empresario argentino, escribe Gómez, “compartían una pieza de una pensión pobre. Allí repartían las ganancias obtenidas por las niñas chilenas traídas desde el sur, todas menores de 21 años, tal como les gustaban a los peruanos”.
- “Las niñas lloraban porque querían regresar a Chile, pero no podían hacerlo porque el empresario argentino tenía en su poder todos sus papeles. Matilde también lloraba porque estaba cansada de esa vida mediocre, que nada tenía que ver con sus sueños de adolescente”.
- Una noche, un funcionario chileno de la embajada en Lima entró al bar donde cantaba Matilde y, al final del show, las chilenas le contaron su drama. Dijeron que les habían quitado sus papeles y pidieron ayuda para volver a Chile.
- La diplomacia chilena tramitó los pasaportes de las 31 chilenas y las repatrió.
- Matilde y el empresario argentino huyeron a México.
- Cuando 26 años después Neruda volvió a la carrera diplomática, ya convertido además en marido de Matilde, ordenó arrancar la constancia en los archivos del Ministerio. Pero quedó un indicio: en la Memoria Anual de 1944 se relatan las gestiones de la Cancillería chilena para repatriar a un grupo de compatriotas.
La Fundación dijo ayer que Matilde merece “respeto y gratitud”. Precisamente la investigación de Gómez consignaba que, tras la muerte de Neruda, “Matilde se transformó en la segunda viuda más digna de Chile después de Tencha de Allende”. Dice el texto: “Organizó con claridad la herencia de Neruda” y “se comprometió políticamente en los tiempos difíciles, como nunca antes lo había hecho, hasta su muerte”.
Pero no escribió una biografía completa de Matilde sino sencillamente el relato de una historia y su mitificación posterior. De una historia real, reconstruida a partir de testimonios y fuentes. Chequeada con prolijidad y escrita hasta con respeto. Cuando Neruda agradeció el Nobel de Literatura, en 1971, dijo que el poeta no es un “pequeño Dios” y tampoco “está signado por un destino cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios”. Neruda sabía que la historia no tiene propietarios. Se supone que si Neruda no se consideraba un Dios, los miembros de la Fundación que lleva su nombre tienen aún menos derecho a dictaminar sobre hechos de hace casi 60 años basados solo en una certeza de dioses.

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