ESPECTáCULOS
› LOS PARTICIPANTES EVALUAN EL VALOR DE LA ENTREGA DE LOS MARTIN FIERRO
“Un país hundido, sin estrellas ni glamour”
Diego Gvirtz, Daniel Tognetti, Cristina Pérez, Pablo Marcovsky, Dolores Fonzi, Carola Reyna y Román Lejtman, entre otros, cuentan sus impresiones de la velada en que Aptra premió la producción 2001, a lo largo de una noche cuya televisación midió 21.8 puntos de rating, con picos de 26.
› Por Julián Gorodischer
De los remises, que aspiran a limousines, bajan las estrellas de la Argentina en bancarrota, con sus visones y vestidos de gala, y un grupo de piqueteros culturales aúlla: “Vayan a las villas, ahí está la realidad”. Desfilan modelos orgullosas y chimenteros excitados por la gran pompa. La pasarela ruge de cronistas de Lomas de Zamora y Berazategui en busca del testimonio de Lucía Portal, y en la pantalla gigante el Loco Loiáconno (ex director de Flash, actual presidente de Aptra) garantiza “la transparencia del proceso”. Se escucha, también, un eco que llegó a retumbar: el consenso en contra. Sobre la avenida, en la puerta de entrada, la escalera, los pasillos, el baño, se extiende la coincidencia sobre el desastre. Sin el show que marcó sus mejores tiempos (sin cámaras siquiera para mostrar la cara de los perdedores) y con poca mención a la realidad en los discursos, la transmisión se demora y aburre. Alguien cuestiona lo inexplicable: la gala en el hotel de lujo organizada por el canal estatal, el baile en la cubierta del “Titanic” o, lo peor, el inicio de un escrache ya no dirigido a los políticos. Esta noche, dicen los que escuchan los cantitos en la puerta del Sheraton, el blanco son los famosos. Los eligieron los asambleístas, los estudiantes de Ciencias Sociales y los cartoneros autoconvocados. “Que se vayan todos”, dicen. Y no es lo único que se dice, allí mismo, en la entrega de los Martín Fierro. Estas son opiniones sobre la fiesta, y sus resultados, de un grupo importante de los que participaron.
- Diego Gvirtz (productor de “TVR” e “Indomables”): “La transmisión fue mala. Hubo una sola cámara y no se vieron nunca las caras de los perdedores. La fiesta, la transmisión, la entrega son una situación típica para un país como el nuestro. Me aburrí un poco, no vi casi nada, no alcancé a seguir el criterio de las premiaciones y me quedé charlando con amigos. Hay gente a la que vi poco recibiendo premios y tendría que haber estado más, como los hermanos Borensztein”.
- Daniel Tognetti (periodista): “Todos los premios son cuestionados porque implican una arbitrariedad. Este premio, como dicen los españoles, es lo que hay en la Argentina. Es un premio cuestionado pero a la vez, en el caso de nuestro galardón, creo que significó un reconocimiento a una productora independiente como Cuatro Cabezas. La transmisión fue acorde a la crisis: sobria, pobre, con pocas cámaras. Los Fierro fueron como algo así como los Grammy del subdesarrollo, los premios de un país hundido en el fango, sin estrellas ni glamour”.
- Cristina Pérez (periodista): “En principio me molestó la falta de atención de la gente cuando se anunciaba un premio o se daba un discurso. A nadie le importó nada, y eso nos pinta como país. Sobre Aptra, creo que podría hacer más transparente la elección de los premiados, para que no haya tantos cuestionamientos y poder cuidar una tradición que está arraigada. Me gustaría, eso sí, averiguar cuánto y cómo se gastó. Lo hubiera hecho con ganas, pero ya no tengo un programa que me dé el marco para llevarlo a cabo”.
- Pablo Marcovsky (conductor y productor): “Siempre creo que la crítica constructiva es saludable y, en ese sentido, la entrega representó lo que sucede en el país. Hay que objetarle a Aptra su falta de representatividad; es una sociedad de fantasía de televisión. Nosotros mismos estábamos jugando a la Isla de la Fantasía. Hubo gente que subió a agradecer el premio pero hoy no tiene laburo. Esa paradoja me violenta”.
- Dolores Fonzi (actriz): “Si hacen esta fiesta en el Sheraton, que se hagan cargo de que la gente se va a venir a quejar y va a cantar lo que se escucha: ‘Vayan a las villas, que ahí está la realidad’. Hay como una máscara instalada, una imagen manipulada por los pocos que poseen el país, y para romper con eso habría que tener ideas muy claras y poder para implementarlas. Mi novio, Luis Ortega, me dijo ‘no vayas, es una payasada’. Pero yo quise promocionar la película Caja Negra (lleva un prendedor). Me parece gracioso haber estado sentada con instituciones de la tele que parecen estar esperando algo que nunca llega. El país es muy hipócrita: no sé si esto se verá mucho o no, pero en algún punto siento que estamos todos cegados”.
- Osvaldo Bazán (periodista): “Fue patético que los famosos se emocionaran por un premio que elige Cacho Rubio. El presidente de Aptra tiene un único trabajo declarado que es escribir en la revista italiana Telebolero: que le dé el premio a la RAI. El 40 por ciento de los que están en Aptra no trabajan como periodistas: hay gente de la industria textil, prenseros. Se le da importancia sólo porque se juntaron dos gremios vanidosos: los periodistas y los actores”.
- Carola Reyna (actriz): “Hay que relativizar este premio: si lo perdés, pasá a otra cosa. ¿Qué le vas a pedir a este país? Los premios son subjetivos y no hay un criterio para decidir quién está mejor o peor que el otro: por eso me lo autootorgué. Los yanquis se sientan en un teatro y están atentos al show. Esto, en cambio, fue bizarro: si no daban de comer se iban todos. Sobre el jurado, sólo sé que todos deberían pertenecer al periodismo de Espectáculos, actividad que en la televisión tomó un rumbo que no me interesa. Si lo único que les preocupa es decir con quién se acuesta Fulano o darse cachetazos en cámara, no consumo ni confío”.
- Luis Grassi (de la Asamblea Plaza Rodríguez Peña, estuvo en la puerta del Sheraton): “Fuimos para escrachar a los grandes multimedios que concentran la información y nos mienten. La realidad estaba a tres cuadras, en la villa, y en el hotel comían un banquete. Todos hablaban del Martín Fierro y no aparecía nada de lo que pasa en las interbarriales, en las asambleas. Es la representación de una Argentina que no existe, una provocación para la gente que busca en la basura. Los famosos estaban de gala y en la puerta había personas que se morían de frío”.
- Román Lejtman (periodista): “Me dio la sensación de que este año los discursos estuvieron orientados a recordar o agradecer a los afectos o a dar el crédito a los tipos que laburaron en los programas, pero no reflejaron lo que pasa afuera. Los que reciben premios se autorefugian en lo privado, que queda limitado a los sentimientos personales. Me llama la atención que esto suceda justo cuando se esperaba que artistas y periodistas destacaran aspectos de la crisis. Yo preferí decir que nosotros estamos tranquilos acá adentro, pero que afuera hay gente que nos hace cagar de hambre”.
- Gabriela Lotussi (estudiante de Comunicación, estuvo en la puerta): “La Argentina está en las villas, no en la farsa del Sheraton. Fue un derroche vergonzoso, financiado por todos nosotros a través del canal estatal. En el país de los cartoneros y los pobres, es increíble que se haya elegido hacer la entrega en un emblema del lujo menemista, y asistir al desfile de estrellitas producidas como para un Hollywood patético y devaluado”.
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