Sáb 03.08.2002

ESPECTáCULOS  › DIEGO PERETTI Y GABRIELA TOSCANO, DESPUES DE LOS MARTIN FIERRO A “CULPABLES”

“El programa hablaba de lo que iba a pasar aquí”

Puestos a buscar razones para tanto premio, los ganadores de los roles protagónicos y el Oro prefieren centrarse en las bondades de la serie antes que en las internas de Aptra con el 13 o Suar. Sostienen que hay que mejorar el premio, pero ante todo mejorar la misma televisión.

› Por Patricia Chaina

Aún entre la excitación del premio y la premura de los proyectos que comienzan a gestarse, Gabriela Toscano y Diego Peretti mantienen la calma. Los dos fueron distinguidos con los Martín Fierro correspondientes a las mejores actuaciones individuales en programa unitario (por “Culpables”, de Canal 13), durante la entrega de los premios que Aptra otorgó a la labor televisiva del año 2001. Además, esa noche también se llevaron el premio mayor: el Martín Fierro de Oro, que recibieron junto con los guionistas del programa, en ausencia del productor y creador del ciclo, Adrián Suar, que está frontalmente enemistado con las autoridades de la entidad. Los actores premiados coinciden en que la arbitrariedad en los criterios de Aptra es algo así como un karma para la credibilidad del premio. La enfrentan, con sus mejores armas: convencidos de que ganaron por haber hecho “un buen trabajo”, según explica Toscano.
–¿Aptra los premió para achicar distancias, sintiéndose culpable por los episodios anteriores?
Diego Peretti: –No lo sé, pero no soy necio y sé que hay una interna, entre el grupo Clarín y Canal 13, enfrentados con Aptra. No quiero emitir opinión porque no sé los vericuetos reales de esa interna. Pero internas hay hasta en el Oscar, y me parece que acá, habiendo un espacio laboral tan reducido y una crisis tan grave en el país, situación de crisis donde la gente suele unirse, que haya interna suena un poco ridículo. No es culpa de nadie, sé que existe y no sé si habrá afectado o no la premiación. Pero sé también que “Culpables” fue extraordinario. A mi criterio, merecía el premio.
–Quizá Aptra aprendió de la experiencia crítica a nivel social: vio que si no legitimaba el Martín Fierro a través de un ciclo que mereciera reconocimiento, dejando pasar el lobby y las influencias ante los que cedió en años anteriores, se podían terminar la fiesta... y Aptra.
Gabriela Toscano: –Yo creo que todos aprendimos. Hubo premios bien merecidos, otros no tanto, pero fue más parejo y menos arbitrario que en otros años. Aunque este país se cuestiona todo y hay que cuestionarse esto, no hay que destruirlo sino mejorarlo. Los argentinos destruimos todo y, se quiera o no, este premio es histórico y se ha hecho popular. Entonces, cuidémoslo. Yo nunca estuve nominada. Los premios uno no los elige, uno trabaja y vienen a uno. Si querés estar en el juego, vas y te sentás y esperás, y si ganás muy bien, y si no todo bien. Claro que es muy especial cuando uno tiene el suyo.
D. P.: –Uno que está en el medio comprende algunas variables, pero otra gente, familiares o amigos, toman el premio como una distinción muy importante. La TV es muy popular. Habría que trabajar por mejorarla. Hay que ser digno del poder de penetración que tiene la televisión.
–¿Se imaginaban que iban a ganar sus premios individuales?
D. P.: –No esperaba recibirlo, de verdad, creí que lo recibiría Alfredo (Casero), y hubiera estado muy bien recibido porque su actuación fue muy buena. La verdad, dentro de “Culpables”, todo el elenco era bueno y cualquiera hubiera podido ser nominado.
G. T.: –El equipo era muy bueno, aunque al principio estábamos todos muy inseguros, porque había que buscar un código entre todos. Entre Alfredo y yo (su pareja en la ficción) dentro de la escena nos teníamos que adaptar, porque él tiene una impronta muy ligada con la improvisación. Fue un buen trabajo. Pero no me imaginaba ganar mi terna. Era difícil, me sentía afín artísticamente con Mercedes (Morán) y Valeria (Bertucelli), y si perdía era con las mejores. Pero tenía ganas de ganarlo, cuando uno está nominado quiere ganarlo. Sabía que “Culpables” iba a ganar porque el año pasado se habló mucho del programa, a la gente le gustó y se notó.
–Aptra premió una ficción cuando lo periodístico, más allá de la cuestión social, se impone por los bajos costos. ¿Esto abre más puertas?
G. T.: –Premiar a la ficción en este momento es apostar al arte, que aflora en los momentos de mayor crisis. No es casual que hoy haya unmovimiento de teatro off Corrientes muy fuerte, los actores cobran menos en teatro y en televisión. La gente relega cosas en pos de seguir construyendo. Porque aunque todo se caiga, no nos pueden robar la imaginación. La ficción materializa esa capacidad. “Culpables” es un ejemplo. Tenía humor, era irónico y ya hablaba de lo que iba a pasar con el país, porque mostraba a la clase media en crisis. La desocupación, la caída del sistema productivo y en ese marco, las relaciones personales.
D. P.: –Tuvo un recorrido interesante porque fue un ascenso. Soportó la mochila de “Vulnerables” en cuanto a su prestigio, hasta que se ubicó en el discurso. A partir de ahí sólo creció, y fuimos enganchando a un público selectivo como es el de las 23.
–¿Cuál creen que fue, más allá de las actuaciones, el soporte de la popularidad del ciclo?
D. P.: –Una de las discusiones era no centrarlo en la denuncia social sino escarbar en el medio pelo de la clase media, y cómo eso produce que la sociedad se vaya denigrando. Ponía la lupa en formas de ser e ideologías de la clase media argentina, muy apegadas a las apariencias, a la doble vida, a cubrir las miserias, a no poder reflexionar. Mi personaje no reflexionaba sobre qué le pasaba, y seguía adelante con una necedad y un músculo típicamente argentino para tapar lo que le afectaba, que por otro lado si lo pensaba podía ayudarlo a transformarse.
G. T.: –Es que no se trataba de un programa políticamente correcto en el accionar de los personajes. Uno es humano y se equivoca. Y mostraba eso. Pero no dejaba de ser profundo, porque el que miraba sí reflexionaba sobre eso. Hay que pensar en el que está mirando. Yo soy un engendro de la TV, hice cine, no mucho, hasta que descubrí el teatro. Lo que aprendí ahí cambió mi actitud de trabajo. Porque había entrado al medio como a jugar. Mi instrumento daba hasta ahí. Con el teatro descubrí que podía hacer cosas de mejor calidad y eso, aplicado a la TV es maravilloso. No sólo por uno, sino por la gente, la gente lo merece.
–No toda la televisión permite eso...
G. T.: –Hay que esforzarse por hacer personajes de calidad en TV. Se puede en los unitarios, porque hay más tiempo. Es como hacer una buena comida, buscas los ingredientes, los preparás. Frente a eso está la tira, que para mí es una especie de máquina del amor. Es apasionante pero más difícil mantener el personaje.
D. P.: –En el arte se construyen las cosas, se ensaya, se improvisa, se decide y se hace. En la tira hay actores que trabajan dormidos y se nota, y otros con actuaciones fantásticas. Pero los momentos buenos de una tira son algo imposible de aprehender. Eso me produce cierta desconfianza: ¿Dónde está la magia, cómo se llega a eso? Ese análisis me supera. La cuestión es trabajar cada día con mayor convicción por hacer un producto mejor.

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