ESPECTáCULOS
García Lorca, un clásico que siempre parece actual
El grupo de teatro del Colegio Nacional Buenos Aires llevará a la ciudad de La Plata “El duende”, una puesta de Orlando Acosta que traza un paralelo emotivo sobre vida y obra del poeta granadino.
› Por Silvina Friera
“Un pueblo que no cuida su teatro, si no está muerto está moribundo.” Esta reflexión del poeta y escritor Federico García Lorca (1898-1936), parafraseada por el director Orlando Acosta, adquiere una resonancia singular en la Argentina. El grupo de teatro del Colegio Nacional Buenos Aires, emulando las giras itinerantes que el autor granadino realizó por los pueblos de España con su grupo de teatro universitario La Barraca, está demostrando la vitalidad de las artes escénicas. La magia lorquiana hechizará a los espectadores que se acerquen a la sala Astor Piazzolla del Centro de las Artes Teatro Argentino (ubicado en 51, entre 9 y 10), hoy y mañana a las 20.30, para disfrutar de El duende, espectáculo basado en poemas pertenecientes a libros como Romancero Gitano, Poema del Cantejondo y Poeta en Nueva York y pequeñas escenificaciones en verso de piezas teatrales como El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín, Bodas de sangre y El maleficio de la mariposa.
“El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre”, decía Lorca. El elenco del Nacional Buenos Aires, integrado por Constanza Perterlini, Juan Coulasso, Luis Berenblum, Mariano Saba, Francisco Prim y Alejandra Marimón, las cantantes Patricia Díaz y Carolina Barrera y los músicos Gonzalo Tobal y Marcelo Blanco (quienes interpretan canciones de Manuel De Falla y del propio Lorca), logra desplegar esa humanidad tan descarnada y estremecedora que el poeta consideraba indispensable para comunicarse con el público. La puesta de Acosta, recientemente distinguida en la categoría Mención Especial del Premio María Guerrero, consigue trazar un paralelo emotivo entre la vida y la producción poética del escritor, una simbiosis entre el poeta pasional (su pasión andaluza y universal) y el hombre comprometido políticamente que condenó la injusticia, la desigualdad y el sufrimiento: “Yo siempre seré partidario de los que no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega”.
“Hay textos que resisten el paso del tiempo porque advierten sobre el estado fosilizado de estructuras que necesitan imperiosamente romperse”, explica Acosta a Página/12. Por esa urgencia de derrumbar lo anquilosado, El duende empieza con la conferencia-recital de Poeta en Nueva York (19301935), porque ahonda en un período crucial de la vida de Lorca, cuando el poeta inicia una ruptura, una transformación de sus concepciones estéticas. El autor viajó a Nueva York con el objetivo de encontrar una nueva expresión poética con la que definir su personalidad y descubre una ciudad alienada y mutilada, efectos que el poeta percibe como universales. Acosta recuerda que el escritor se preguntaba “qué hago con esta hora nueva que viene y que no conozco”. El interrogante, pensado desde la Argentina, se resignifica de un modo acuciante. “Me parece que todos los argentinos nos estamos preguntando lo mismo”, analiza el director.
Esa sensación de incertidumbre respecto del porvenir está impulsando a la gente a refugiarse en las actividades culturales, espectáculos teatrales, musicales y poéticos. “Hay que volver a la poesía, a la metáfora, a las imágenes que brindan las palabras. Estas cosas no muerden, al contrario, alimentan muchísimo. La gente tiene necesidad de textos introspectivos que recuperen el valor de la palabra, tan bastardeado en estos últimos años”, subraya Acosta, que está ensayando El reñidero, de Sergio De Cecco, que se estrenará el próximo 28 de setiembre en el Teatro de la Ribera. “Si muero dejad el balcón abierto”, escribió el poeta en uno de sus últimos versos. El montaje del Colegio Nacional Buenos Aires, que se presenta por primera vez en La Plata, rescata en cada uno de los poemas y las piezas escenificadas las fuerzas míticas del universo gitano, el dolor personal del poeta, sus preocupaciones existenciales, la muerte comosuprema negación del ser. Si la poesía está en las calles y anda dando vueltas, como sostenía Lorca, los platenses la encontrarán, con sus duendes y musas, en el Teatro Argentino.