Pese al perfil de hombre displicente y poco laborioso que cultiva, Robert De Niro está convencido de que la actuación es un permanente aprendizaje. Viene estudiando duro y parejo: comenzó en un taller dramático a los 10 años y es considerado una de las grandes estrellas del Actor`s Studio. “El entrenamiento académico es necesario. Si un actor no tiene una buena base académica, se pierde algo sumamente importante para el oficio, a menos que sus instintos sean fantásticos. El entrenamiento te da una visión general de las cosas y brinda herramientas para construir los personajes”, explica el actor en la entrevista que Film&Arts emitirá hoy a las 21, en el ciclo “Desde el Actor’s Studio”. Tras la finalización de la entrevista en la que De Niro repasa los aspectos más salientes de su carrera, la señal transmitirá Una luz en el infierno, la película que marcó su debut como director.
El actor que lleva en su haber más de 60 películas, dos premios Oscar y un generalizado reconocimiento del público, no es muy amigo de las entrevistas. A no ser por alguna cláusula introducida en alguno de sus millonarios contratos, De Niro es una de las pocas estrellas consagradas de Hollywood que prefiere mantenerse alejada de los eventos públicos. Inclusive, durante las filmaciones el actor pasa la mayor parte del tiempo libre descansando en su camarín, alejado de los demás actores. “Prefiero concentrar mis energías en los momentos en que me toca actuar, antes de estar en el set”, dice el actor de Toro salvaje, Despertares, Cabo de miedo, Ronin, Analízame y La familia de mi novia, entre otros films. Por eso el programa de esta noche es una excelente oportunidad de conocer el mundo interno de De Niro, uno de los actores con más prestigiosos del cine mundial.
Aunque su primer papel en el cine lo realizó en 1965 (Tres habitaciones de Manhattan), De Niro no logró trascender en la industria hasta 1973, año en que conoció al director Martin Scorsese en la casa de un amigo. Formando una de las duplas más exitosas de Hollywood, De Niro y Scorsese hicieron ocho films juntos. “Marty tiene un gran respeto por los actores, les da mucha libertad”, cuenta De Niro durante el programa. “Nos divertimos mucho. Me siento muy afortunado de encontrar una persona con la que puedo trabajar tantas veces y aun pasarla bien. Es fantástico. Tenemos un gran entendimiento mutuo. Hasta el punto de que hablamos en clave, ya que tenemos la misma sensibilidad sobre la vida. Nuestra relación se basa en la honestidad: nos decimos lo que pensamos.”
Tras hacer Calles peligrosas con Scorsese, De Niro fue convocado para realizar el papel del joven Vito Corleone en El padrino II, completando el perfil que Marlon Brando había creado en la primera saga de la película de gangsters. “Eso no me intimidó, al contrario. Me gustó tener el parámetro de Brando, ya que tenía que hacer esa conexión en vez de buscar mi propio personaje. Sólo continué el perfil. Aunque tuve que ver repetidas veces las escenas de Brando para poder adquirir la esencia del personaje”, apunta De Niro. Para el papel, que le valió un premio Oscar como mejor actor de reparto, De Niro relata que tuvo que permanecer un mes en Sicilia para adquirir “el lenguaje y el acento italiano”.
Pero la consagración más o menos definitiva iba a llegarle en 1976 por la interpretación de Travis Bickle en Taxi driver, también dirigido por Scorsese. En la película –por la que ganó un Oscar como mejor actor protagónico–, De Niro interpreta a un psicótico taxista que lucha contra sus fantasmas internos y las convenciones de una sociedad que no le da cabida. “Me identifiqué mucho con la soledad del personaje. Pese a criarme y vivir en el medio de Nueva York, por momentos yo me sigo sintiendo solo. En realidad, en muchos pasajes de mi vida me siento solo y aislado”, confiesa el actor, dejando vislumbrar uno de los rasgos más oscuros de una personalidad capaz de adaptarse con suma soltura a personajes antagónicos.