ESPECTáCULOS
› UN CONSUMO PARALELO DE LA SEÑAL CODIFICADA VENUS
Los fanáticos de las rayas
Miles de espectadores “espían” el canal, atraídos por los instantes mágicos en que las rayitas dejan lugar a las imágenes.
› Por Julián Gorodischer
Las versiones conspirativas dicen que es intencional: los canales de erotismo y pornografía tiran el anzuelo con un poquito de definición y, segundos después, la diluyen en la marea de rayas y manchones para que en pantalla no se distinga nada más que el gemido y la respiración entrecortada, inconfundibles a pesar del codificado. La nueva tendencia dirá que eso importa poco o nada, a juzgar por el aluvión de mensajes que llega a Venus cada semana sobre una nueva forma de consumir tele: mirar las rayas. El primer aviso llegó con la mujer que agradecía vía mail la nueva pasión en la pareja, después de una sesión de rayas. Luego fueron docenas: con la crisis, podrá renunciarse al decodificador, pero no al canal codificado. Tanto que, como homenaje a su nuevo perfil de espectador o, tal vez, como crónica de la reutilización del Premium, el canal prepara su exposición de fotos alusiva: rayas y más rayas, formas y manchones en la pantalla fotografiada de Venus a cualquier hora.
Leo Vieytes, gerente del canal, sigue de cerca la tendencia. Conoce los recursos de entendidos que se ponen en práctica. “Ayudan los televisores con sintonía fina –cuenta–, se puede ir regulando el canal para tener mejor recepción.” La muestra del fotógrafo Diego Ciardulo, ex editor de la revista El Libertino, intentará a comienzos de septiembre, en una galería de la Capital, reflejar el fenómeno que no tiene otros pares en el resto de los países abonados al servicio. La crisis, o un ánimo especial de voyeurismo, o el boca a boca, extendió una forma de mirar que, en el canal, explican como un signo de los tiempos: “La gente –dice Vieytes– no tiene dinero para salir y se queda en su casa mirando las rayas con su pareja”.
En la exposición, se verán diez tomas seleccionadas de la pantalla de TV sin el decodificador, elegidas a partir de la forma y el color. El ojo trata de distinguir la escena caliente, pero se pierde en el manchón. Alcanza después a descubrir el factor porno y era apenas una ilusión óptica, “materia ideal para el fotógrafo”, dice Vieytes, un estímulo para ratonearse o imaginar, mostrando sin mostrar”. El fotógrafo en cuestión asegura: “En las diez tomas aparece lo menos obvio de la pornografía: se alcanza a divisar una forma familiar que estimula a discernir qué es lo que hay en la imagen. Hay cosas que nadie sabe si están o no, la imaginación se despliega, y cada uno ve una cosa distinta. Durante tres años recopilé material pornográfico de Venus y fui eligiendo las mejores imágenes. Descarté otros canales como Playboy o Afrodita porque no me interesaba el desnudo o el erotismo; quería pornografía, tomas de tono elevado. Quise reflejar un juego que todo el mundo hizo en algún momento, una intención manifiesta por muchísima gente”.
El proceso, queda claro, está convirtiendo un mero recurso de protección (para el negocio y para los chicos) en una materia artística en sí misma. Lo que fue pensado para bloquear el contenido toma forma como objeto, e inspira a Ciardulo a emprender una búsqueda estética. “Me interesa mostrar la pornografía con un filtro que la convierta en erotismo”, dice. “Lo que se muestra no define si algo es erótico o porno sino cómo se lo muestra. Todo depende de la búsqueda que cada artista genere. Intuye que la adivinanza interesa a la mayoría de las personas, “a todo el mundo”: estudiar qué pasa detrás de las rayas, a qué identidades corresponden las formas corporales que quedan sugeridas, pero nunca confirmadas.
En cualquier caso, el nuevo culto a la indefinición –el culto a las rayas– funciona, y anticipa futuros abonados, tal vez, si la crisis lo permite. El canal condicionado tira el gancho, por ahora, y espera hasta que aclare. Y si no aclara, si no sube el número de suscriptores al abono Premium, todo quedará en la experimentación, en la muestra y en una nueva forma de mirar la tele, que se sostiene en el velo sobre lo mirado. “La sugestión nos interesa mucho, y la usamos también en las promociones”, cuenta Vieytes. “Se ven dos timbres o una locomotora andando, o las mismas rayas del codificado en los spots, y estamos hablando del canal desde la metáfora. Puede pasar que la gente crea ver un cuerpo, y hasta puede llegar a excitarle, pero por ahí se lo estaban imaginando. Es interesante observar las variantes con que se ratonean las personas.”