ESPECTáCULOS
› EL TERCER ENCUENTRO NACIONAL DEL MOMUSI
Música para chicos inquietos
Este fin de semana, el C. C. San Martín será escenario de otra edición del encuentro que nuclea a artistas renovadores de todo el país.
› Por Silvina Friera
Los une el amor por la música infantil, sustentada en un repertorio que privilegia la diversidad, la creatividad y los textos propios. María Teresa Corral, Daniel Viola, Beba Raspo, Edgardo Varán y Graciela Mendoza son el iceberg de un fenómeno de renovación, una bocanada de aire fresco emanada por el Movimiento de Música para niños (Momusi), que a partir de hoy y hasta el lunes realizará el Tercer Encuentro Nacional de la Canción Infantil en el C. C. San Martín (Sarmiento 1551), con entrada libre. Cuando a fines de 1996 empezaron los recitales, el sueño de la sede propia parecía una utopía. Sin embargo, el ímpetu y las ganas impulsaron a grupos como Sonsonando, Caracachumba, Los Musiqueros y Mariana y Los Pandiya, los miembros fundadores, a copar una salita del C. C. San Martín. “Como quedaba mucha gente afuera, nos mudamos a la sala A. El público se multiplicaba tan rápido que nos instalamos en otra más amplia, la A-B. De aquellos cien pibes alcanzamos los 1000 que asisten los domingos a las 11”, recuerda Raspo, de Sonsonando, en la entrevista con Página/12.
“Tomamos conciencia de que no debíamos quedarnos circunscriptos a Buenos Aires. Así concretamos el Primer Encuentro y fuimos conociendo a músicos de todo el país”, comenta Raspo. “Se acercaron muchos conjuntos, se formaron grupos y surgieron artistas que encontraron en el Momusi lo que buscaban.” En la apertura, hoy a las 19.30, habrá distinciones para Canela, Inés Tenewicki, Rosa Amuchástegui y “Chiqui” González por su difusión de música infantil. Además de los talleres y mesas redondas habrá un festival de cuatro horas por día (ver recuadro).
Corral, cantautora de Mambrú se fue a la guerra y La gata peluda, entre otros discos, y coordinadora del Momusi, apela a las metáforas culinarias. “La oreja del chico puede escuchar la Novena de Beethoven y un quinteto de Mozart desde que nace. Sin embargo, por algo existe en todo el mundo y en todas las civilizaciones la canción de cuna, una línea musical con palabras sencillas. ¿Por qué cuando el chico nace toma leche? Porque al aparato digestivo todavía le falta desarrollarse, no le podés dar un plato de mondongo. Muchas veces los chicos escuchan mondongo”, explica Corral. Viola subraya que hay un espíritu de celebración. “En el primer encuentro (1998) cuando programamos tres horas de música creíamos que el público se iría renovando. La sorpresa fue que nadie abandonaba su butaca. Paradojalmente, nuestros recitales se instalaron fuertemente los domingos a las 11. Se asemeja a la misa de 11 de una iglesia de barrio: la comunidad celebra con nosotros un rito pagano”, precisa Viola, coordinador general.
–¿El crecimiento se relaciona con una propuesta que no subestima al público?
Corral: –Sí, y demuestra que una tarea paralela es la formación del público, porque ellos pueden querer algo pero si no lo tienen se olvidan, se acostumbran a consumir más de lo mismo. Casi ninguno de los grupos repite la estética, el cancionero y formación instrumental. Cada grupo tiene una identidad y, en estos momentos, tanto para los adultos como para los chicos, es un lujo porque si no existe diversidad no hay posibilidad de enriquecerse.
Raspo: –Esa variedad permite reflexionar sobre la esencia de la música para niños. ¿Hay una música exclusiva? Por supuesto que no. Lo que existe es una multiplicidad de músicas. Los chicos se identifican más con unas que con otras, o con varias, pero a la larga pueden elegir del gran abanico musical que les ofrecemos lo que más les gusta.
Viola: –La Argentina es un país generador de creatividad, lo que falta es la articulación para que eso circule y se distribuya. Nuestra apuesta es afrontar los desafíos de la distribución de la producción, uno de los ejes de este encuentro. De los cuatro grupos fundadores se fueron sumando otros. Ahora somos quince y esperamos que se incorporen muchos más.
Corral: –Indio Universo es un grupo de músicos e investigadores y aparte, como si esto fuera poco, tienen espectáculos dedicados a los niños. Hace muchos años no me podía imaginar un espectáculo para chicos en el que apareciera un violín toba.
Mendoza: –¿Pero los chicos no se aburren?, es la pregunta prejuiciosa que muchos nos hacen por trabajar con instrumentos étnicos. Al contrario, esos instrumentos tienen la facilidad de remontarte a un paisaje y los niños tiene más capacidad lúdica que los adultos para nutrir su imaginación con esos sonidos.
Varán: –Los instrumentos indígenas tienen algo muy especial porque son terapéuticos. De alguna manera trabajamos con elementos mágicos, que son mucho más palpables en el mundo de los chicos. A pesar de que hace casi tres años que estamos en el Momusi, Indio Universo participa por primera vez del encuentro. Para mí el Momusi es como un fuego que está prendido y el encuentro es como un combustible. Estos artistas traen otros paisajes, otras maneras de hablar, que para los niños porteños, saturados del paisaje urbano, representa un poco de aire puro.
–La crisis repercute en los chicos. ¿Las letras deben reflejar estos problemas o hay que potenciar la capacidad lúdica?
Raspo: –Hay una proliferación de textos que insisten sobre esta situación. La producción artística no es ajena, pero tampoco debemos cometer el pecado de saturar a los chicos con canciones que hablen de la desocupación, el hambre o la corrupción. Los chicos conocen la realidad, no hace falta que se les insista sobre esto. La gente y los niños necesitan un poco de oxígeno.