ESPECTáCULOS
› CLAUDIO GARCIA SATUR Y “AEROPLANOS”
La alegría de un gol
En la pieza de Carlos Gorostiza que se ve en La Plaza, García Satur y Pepe Novoa encarnan a dos viejos amigos “opuestos e integrados”, aficionados al fútbol, en una historia “donde lo anodino cobra color y relevancia”.
› Por Hilda Cabrera
Se dejó crecer el bigote y el cabello, que luce canoso para estar a tono con su personaje. “Debo dar la imagen de un hombre mayor, de unos 80 años, corporalmente vencido, pero no demasiado”, cuenta el actor Claudio García Satur a Página/12 sobre su composición en Aeroplanos, obra de 1990 de Carlos Gorostiza, que luego de dos funciones para invitados y prensa se estrena hoy en la Sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660), dirigida por Manuel González Gil. Es el retrato de dos viejos amigos en su cotidianidad, su empuje y desamparo, y en la necesidad de preservar la amistad a pesar de sus diferencias. Cristóbal (Pepe Novoa) y Paco (García Satur) aparentan ser imprescindibles el uno para el otro. Han compartido varias historias, la afición por el fútbol y las ganas de dejar volar la imaginación. “Mi personaje es la contrafigura de Cristóbal, pero no su contrapunto, a la manera de Oscar y Félix en Extraña pareja (obra de Neil Simon que García Satur interpretó en 1999). Aquí tiene el sentido de un opuesto integrado. Es la otra cara de una misma persona”, describe este actor que abordó diversos géneros, concretando valiosos trabajos, a veces en obras que no lograron difusión, como Los otros papeles, de Gorostiza.
Iniciado tempranamente en el teatro –influido por su padre, el actor Enrique García Satur, su tío comediante Luis García Bosch y Arturo Frecia, otro tío fundador de un teatro vocacional–, García Satur comprobó la vigencia de Aeroplanos durante una reciente y breve temporada en Mar del Plata. “Tiene el humor característico del autor, que no busca el chiste sino que deja fluir el diálogo en un ida y vuelta muy feliz, donde la comicidad crece por sí sola. Es una pieza con varios matices y muy disfrutable tanto en el plano de los afectos como de la inteligencia”, sostiene.
Escenificada por primera vez en 1990 en la Sala Cátulo Castillo, y dirigida entonces por el autor, la obra contó con la actuación de Novoa y Carlos Carella. Un montaje al que le sucedieron otros, la mayoría a cargo de grupos independientes, en la Argentina y otros países. Chile y Uruguay la estrenaron en 1992. Apunta a los afectos, a una reflexión sobre la vida entendida como viaje y al difícil arte de cumplir con los propios sueños. Inquietud que se percibe en la producción de Gorostiza, autor de más de treinta obras (entre otras, El puente, El pan de la locura, Los prójimos, El acompañamiento, El patio de atrás y A propósito del tiempo), de guiones para cine y TV, cuentos y relatos como El basural (de 1988), y novelas como la última y premiada Vuelan las palomas.
“El placer comienza en los ensayos, en el hecho de encontrarles aristas a los personajes de Cristóbal y Paco”, apunta García Satur, quien debutó en el San Martín en 1963, en una pieza de repertorio junto a Francisco Petrone y María Rosa Gallo. Le interesa el drama, pero tuvo quizás mayores oportunidades en la comedia, incluidas algunas musicales. Trabajó en café concert y se lo convocó para el cine (se lo vio, entre sus primeras películas, en La sartén por el mango, de Manuel Antín) y la TV, donde logró popularidad en 1974 con “Rolando Rivas, taxista”. Según el actor, su labor en Aeroplanos implica una actitud de resistencia: “Tomar distancia a través del teatro de este dolor de ver a nuestro país vencido nos ayuda a respirar. Aunque parezca contradictorio, necesitamos proteger nuestra sensibilidad, acorazarnos un poco para poder expresar más libremente lo que nos sugieren nuestros personajes. En este hacer del actor, este compromiso del cuerpo y la memoria, está también el premio a nuestro trabajo, más allá de los resultados”.
En cuanto a una probable labor en TV, dice tener en este momento “un atisbo de trabajo”. Cuenta que lo “chequearon para un proyecto”. “La TV me gusta, pero siempre que tenga nivel ético. El entretenimiento, aun el más superficial, no supone tener permiso para todo.” Destacado intérprete de Salven al cómico, pieza de Marcelo Ramos que dirigió China Zorrilla, y en la que compartió el cartel con Federico Luppi, García Satur pretende hoy algo semejante para la TV actual: “Hacer comedia de diálogos ingeniosos,donde el humor esté en la réplica y no en el subrayado, como se da en el burlesque. Que se valorice el lenguaje y no la vulgaridad, utilizada nada más que para lograr un efecto”.
En su opinión, Aeroplanos es un clásico de este tiempo: “Nos impulsa a descubrir cosas que habitualmente no advertimos. Nos hace caer las fichas. Es un mapa de sentimientos”, define. “El diálogo es siempre inteligente y nos sorprende, porque en el momento en que uno cree que no está sucediendo nada, se da cuenta de que sí, de que lo que está pasando es la vida, y que lo aparentemente anodino toma más adelante color y relevancia.” Lector adicto, se atrevió años atrás a publicar un libro de cuentos. Hoy confiesa haberse “achicado frente a sí mismo”, un temor que no lo inhibe cuando se trata de actuar: “En el ensayo –especie de juego privado que sólo critica el director, y desde su lugar de creación– uno se siente resguardado. Después resulta difícil siempre, pero se lo supera, sobre todo cuando hay química entre los intérpretes. Pepe y yo encontramos puntos en común, como el fútbol. Nuestros personajes jugaron al fútbol en su juventud, y eso, si bien no les otorga pasaporte de jóvenes, los muestra en actitud de pelearla. Cristóbal fue atacante y Paco defensor, un tipo duro, de poner pierna”. Es sólo un dato del gran juego que propone Gorostiza en esta pieza, “una metáfora sobre el paso del tiempo protagonizada por dos viejos/jóvenes y solidarios”, define García Satur, hincha de Boca nacido en Boedo, esperanzado con “recuperar la alegría de hacer un gol”.