ESPECTáCULOS
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Tusam también sabe que los trucos “pueden fallar”
Leonardo del Pozo sigue la carrera de su padre –Tu Sam– paso por paso, aunque su marco es una TV devaluada, la del chimento hecho rating.
› Por Julián Gorodischer
Leonardo no se olvida de su padre moviendo el esófago a voluntad ni de las esperas junto al escenario. Papá y mamá se presentaban en escena con sus pruebas de mayor impacto: ingestión de objetos, encierro en cubículos sin aire, regresión a la infancia. “Tu Sam y la sugestiva Zulma”, decía en el cartel de neón. Eran los tiempos del espectáculo grande, y Tu Sam tenía hasta un programa propio (“Los doce del signo”), giras internacionales, funciones agotadas. Todavía existía un viejo y “glorioso” Canal 9, una avenida que nunca dormía: repertorio de emblemas de una “capital cultural” del continente. Así lo entendía Leonardo, mientras miraba la fama de papá y quería ser parte. Rogó, entonces, por un papel secundario en el show y se ganó la fama de niño prodigio.
El debut fue en “Todo al 9”, conducido por Jorge Rossi y Orlando Marconi, en ese rol que a la TV le fascina en el ‘90 o en el 2002: un chico que memoriza. Aprendía series de palabras o hacía cálculos extraños y gozaba como testimonio vivo de la calidad científica de la doctrina Tu Sam. Niño adelantado, hombre en envase pequeño: igualito a papá, réplica desde los seis, edad en la que ambos iniciaron “el camino”. Papá Tu Sam, a los seis, ya era conejillo de los médicos. “Movía el esófago a voluntad, y los doctores quedaban encantados Pero le metieron unas placas de más y se lo desgarraron.”
Técnica, unción, sabiduría, amor y mística: palabras cuyas iniciales dan nombre al nuevo Tusam, que circula en el mismo día por “Intrusos” y “Titanic”, nada que ver con los viejos tiempos. A la solemnidad del traje a rayas de Marconi, la voz engolada de Rossi, la reemplazaron los escándalos y las confesiones de Guido Suller; el hipnotizador cambia de partenaire. “Decidí llamarme Tusam –asume–, como mi padre pero todo junto; somos dos personas con la misma propuesta de trabajo.” Tusam se convierte sin darse cuenta en el fetiche de los programas de panel, invitado a “Intrusos”, “Indomables” y “Versus”, también a “Titanic” y “Memoria”, con un número vivo de alto impacto y bajo costo
“Guido Suller recordó el día previo a la violación”, se enorgullece el hipnotizador, que satura su figura en la pantalla con una extraña técnica de regresión a la infancia. En el clímax, un momento revisitado por los programas de archivo, Malena Candelmo confesó haberla pasado bien con el Bambino, y Beatriz Olave lloró de nuevo por la noticia de la muerte de Rodrigo, de su hijo. La tele disfruta con el nuevo Tusam siempre al borde del fracaso. No es que tenga que fallar, como profetizó su padre, pero el “... puede fallar, Leonardo” lo sobrevuela como un aura. En el imaginario, quedó fija aquella tarde del ‘96, en Coconor, transmisión en vivo para “360: Todo para ver”: una caja firmemente cerrada con 500 kilos de pelotitas, lanzada al fondo de la pileta con bolsas de arena haciendo peso. “Era para que llegase hasta el fondo –recuerda– para que no hubiera dudas de que la prueba era seria.”
“Puede fallar”, anunció su carismático padre, y las bolsas se corrieron de lugar. La cabeza del hijo quedó para abajo y el sacudón de la caja le dio un susto. Se consumió todo el aire y lo sacaron en emergencia. “Me tuvieron que poner una máscara de oxígeno –puntualiza–, las pulsaciones se me fueron a cualquier lado.” Ese día no hubo reproches, y no los hay ahora. “Me gustaría tener mi revancha, volver a hacerlo, pero la tele de hoy no se banca los costos.” Por ahora, entonces, se conforma con su número de mayor despliegue físico, que incluye a un famoso convertido en un muerto vivo, cual tabla rasa sobre dos caballetes, en respuesta a su orden. Tusam, enérgico como su padre repitiendo una sentencia inconfundible: “Duro, duro... más duro”.