“Lo quiero como a un abuelo porque liberó mi patria y la hizo libre y soberana.” La que recita esta frase frente a la cámara de la realizadora Marcela Said es una niña chilena de doce años, y de quien habla es nada menos que de Augusto Pinochet. Y de sus padres, claro está. Porque cuando se le pregunta de dónde aprendió eso, ella responde: “Mi mamá me enseñó la verdadera historia”. Complemento ideal de El caso Pinochet, el contundente alegato documental sobre el ex dictador chileno firmado por Patricio Guzmán, que se exhibe en el Village Recoleta, los 52 minutos de I love Pinochet –tal el título del film de Said, que retrata a los partidarios de Pinochet que aún hoy existen en Chile– forman parte de una amplia sección dedicada a los documentales en formato video, la gran sorpresa de este Primer Festival del Cine Chileno. Quince trabajos que se exhibirán sólo en el cine Cosmos, y que –con la única ausencia de Estadio Nacional, un documental sobre el centro de detención y tortura– reúnen lo mejor de lo realizado en Chile dentro del género y el formato.
Coproducción chileno-franco-australiana, I love Pinochet (2001) le da voz al ideario pinochetista, que sorprendió a Europa al manifestarse con pancartas en las veredas londinenses en ocasión de la prisión y luego el juicio de su ídolo. “Lo más sorprendente es que los pinochetistas no se dan cuenta ni de su fascismo ni de su violencia”, opina Said, una chilena de 28 años que vive en París desde 1997. “No estaba criticando que esas personas apoyaran a Pinochet. Quise saber por qué lo hacían. No me interesaban sus justificaciones, sino sus confesiones”, explicó la directora, cuyo trabajo tal vez se detenga demasiado en los freaks pinochetistas y no tanto en los herederos de aquel sorprendente 44 por ciento de chilenos que en 1988 votaron por la permanencia de Pinochet en el gobierno. Pero que sin dudas es un testimonio único, y fascinante. Además del trabajo de Said, otros documentales fundamentales incluidos en este ciclo son Fernando ha vuelto, de Silvio Caiozzi (sobre el proceso de identificación forense de los restos de un desaparecido) y el notable Chi-Chi-Chi-Le-Le-Le, Martín Vargas de Chile, de Bravo, Parut y Ossnovikof, la historia del fallido regreso al cuadrilátero de un mítico boxeador chileno que peleó cuatro veces por el título mundial, y siempre perdió.