ESPECTáCULOS
De Purmamarca rumbo al mundo
El folklorista Tomás Lipán presenta aquí “Cautivo de amor”, un CD que rescata antiguas canciones de aquellas que escuchaba en Jujuy cuando niño.
› Por Karina Micheletto
Tomás Lipán nació en Purmamarca, Quebrada de Humahuaca, y vive rodeado de música. Entre sus padres y sus ocho hermanos hay cantantes, quenistas, bandoneonistas, guitarristas... algo natural en un lugar donde cada fiesta popular convoca horas seguidas de música y baile, desde mucho tiempo antes de que se descubriera su potencial for export. Lipán nunca imaginó que podría ser un cantante profesional y vivir de la música: para él era cosa normal andar copleando para festejar encuentros o aliviar penas. Pero su privilegiada voz de barítono y una curva del destino quisieron que este descendiente de la etnia aymará recorriera el mundo haciendo lo que mejor le sale: brillantes huaynos y carnavalitos, pícaras cuecas, tristísimas vidalas y zambas.
Durante veinte años, Lipán fue vocalista del conjunto de Jaime Torres. Luego emprendió una carrera solista a lo largo de la cual dejó registrados cinco trabajos discográficos, el último de los cuales, Cautivo de amor, se presentará hoy y el viernes próximo a las 22 en el Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín) y el próximo 12 de setiembre en la ciudad de Salta. En Buenos Aires es posible ver a Lipán de vez en cuando en distintas peñas, pero en esta oportunidad podrá apreciarse su trabajo en el más tranquilo escenario de un teatro, acompañado por los músicos Daniel Vedia, Domingo Ríos, Dante Valdivieso, Fita Ríos, Aldo Cruz, Carlos Peñalva y Juan Pablo Alvarez y la cantante Mónica Pantoja. El disco es, según la definición del Lipán, “una recopilación de los temas de siempre”. Están temas como la zamba “Piedra y camino”, de Atahualpa Yupanqui, o el carnavalito “El avenido”, de Cuchi Leguizamón. Y, por supuesto, carnavalitos, cuecas y danzas populares. “Son todas canciones que tienen más de cincuenta años y que en mi pueblo se cantaban en cuanta fiesta llegaba. Las grabé como la gente me las pedía, igualitas, buscando que se parezcan a lo que yo escuchaba entonces, sin ponerle ningún arreglo que suene a otra cosa”, explica el cantante.
–¿Cómo empezó a cantar profesionalmente?
–Casi ni yo sé. Cantar es algo que me surge espontáneamente, como un agradecimiento al Todopoderoso y a mis padres, por este don que me dieron. Porque yo siempre canté con lo que tengo nomás, nunca tuve la oportunidad de estudiar música ni canto. Y lo hago con un gran respeto y con mucho trabajo, porque para ser cantante profesional hay que agregarle a la voz que tenés trabajo, trabajo y más trabajo.
–Pero de alguna forma se habrá preparado para cantar...
–Es que yo siempre canté. De chiquito cantaba en mi casa mientras jugaba o ayudaba a pastorear las cabras a mi madre. Tocaba la guitarrita o el bandoneón en las fiestas, horas y horas, para que la gente baile. Poder hacer que la gente se alegre es una de las cosas más lindas del mundo. Yo nunca bailo, no sé bailar, no tengo mucha plasticidad en el cuerpo. Quizás es porque en aquellos tiempos los coyas fajaban a sus guagüitas, a los recién nacidos, para que salieran sin problemas en los huesos y se los pudiera llevar de un lado a otro fácilmente. Era una costumbre. Mi madre hizo eso con sus nueve hijos. Es una teoría mía, capaz que es porque los coyas salimos así, nomás.
–¿Imaginó que iba a terminar recorriendo el mundo?
–Nooo, qué iba a imaginar yo. A lo sumo soñaba cantar en una vidriera de mi pueblo, esa era mi fantasía. No podía imaginarme más. Yo creo que todo es una cuestión de destino. Y de que uno ha tenido ese poquito de sabiduría que se necesita para aprovechar los toques mágicos del destino.
–¿Es cierto que casi fue candidato a diputado?
–Fui candidato pero me arrepentí a último momento, cuando ya estaban las boletas impresas en el Juzgado Electoral. Armé un revuelo bárbaro... Es que en mi familia estuvo siempre presente en la política, mi padre era radical y después del Movimiento Popular Jujeño, y yo crecí con eso.Cristina Guzmán me ofreció ser diputado y acepté, porque creía que tenía capacidad para ser un buen dirigente, y sigo creyéndolo. Pero en aquel entonces ya empezaban a ser mal vistos los políticos, y a mis hijos les decían en la escuela “ah, así que tu papá va a ser diputado... otro chorro más”. Mi mujer me terminó de convencer, me dijo: “Es muy difícil pasar de ganar 300, 400 pesos a ganar miles y miles, y que eso no te afecte. Yo prefiero tener un esposo pobre y honrado a la vista de todos, que pueda mirar con la frente alta a todo el mundo”. Me salvó. No reniego de la política, al contrario, tengo muchos amigos políticos y sé que ninguno es chorro. Pero prefiero ser un cantor popular, sin limitaciones de ningún tipo. Las coplitas están primero, porque son del corazón del pueblo, y no engañan a nadie.