ESPECTáCULOS
› DESDE ESTE FIN DE SEMANA VUELVE LA CARPA CULTURAL ITINERANTE
“Ahora el público necesita reírse”
Así definen su propósito Los Hermanos Videla, artistas de circo criollo que participarán de una nueva instancia de la Carpa, que esta vez presenta sus espectáculos gratuitos en el Parque Saavedra.
› Por Silvina Friera
Los hermanos Videla pertenecen a la tercera generación de artistas circenses, una tradición familiar indiscutida que se prolonga en sus hijos y nietos. Con la convicción de quien a los cuatro años empezó a jugar bajo el amparo de las carpas del circo, Jorge define a su familia como “artistas trashumantes de tres siglos, que vinieron al mundo para divertir a la gente”. Su abuelo, que nació en 1880, trabajó hasta 1957, y Oscar y Jorge tuvieron el privilegio de transitar las pistas de la mano del mismísimo fundador de esa estirpe de payasos rioplatenses. “El público necesita reírse y el circo les ofrece un espectáculo visual de inconmensurable frescura, nutrido por los malabaristas, acróbatas, contorsionistas, lanzallamas, trapecistas y los payasos. La vida del argentino es demasiado dramática y angustiante para tomársela tan en serio”, comenta Jorge Videla a Página/12.
Los vecinos que se acerquen hoy a la Carpa Cultural Itinerante, que permanecerá en el parque Saavedra (Melián y Paroissien) hasta el 29 de septiembre, podrán disfrutar de las rutinas de un entrañable dúo de payasos, Jorge (el clown inteligente y juicioso interpretado por Jorge Videla) y Percusito (el cómico más desfachatado y tonto, a cargo de Oscar), que exacerban el juego de los opuestos, aunque enarbolando como bandera fundacional la inocencia del payaso. “Como somos veteranos del oficio, en estos espacios comprobamos que el circo jamás pierde su vigencia, que está más vivo que nunca. En estos momentos, cuando la crisis económica disgrega a las familias, los artistas circenses, al menos durante una hora, la mantenemos unida”, subraya Videla, que compartió experiencias con José Marrone, Carlos Balá, Jorge Porcel y Alberto Olmedo, entre otros, en distintos programas de televisión. “El circo nos permitió actuar en cualquier ámbito escénico”, señala Videla, que se dio el gusto de codearse sin prejuicios con el Capitán Piluso o enfrentar a un Molière, con Osvaldo Terranova, en el Teatro San Martín.
La movida generada por la Carpa Cultural, impulsada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad, dejó huellas en los barrios de Mataderos, Parque Patricios y Parque Chacabuco, que formaron grupos de teatro comunitario, integrados por los vecinos de esos barrios, después de las charlas de Ricardo Talento y Adhemar Bianchi, fundadores de Los Calandracas (Barracas) y Catalinas Sur (La Boca). A pesar de que las estadísticas no siempre reflejan la profundidad de un fenómeno social y cultural, unas 50 mil personas visitaron la carpa y participaron gratuitamente de los espectáculos teatrales, musicales, circenses, de narración oral, además de un puñado de talleres y clases de ajedrez, danzas folklóricas y rock, entre otras actividades.
En los últimos años, los narradores orales argentinos están demostrando la vitalidad de un arte emparentado con la historia de la humanidad, que se multiplica en escuelas, centros culturales, librerías, bares y espacios no convencionales, como la Carpa Cultural. La actriz, narradora y docente Ana Padovani, que presenta Los zapatos de contar (a las 15), un espectáculo destinado al público infantil, encarna a un simpático juglar que sólo se lanza a contar historias cuando se coloca los zapatos mágicos. El disparador de un personaje, aparentemente mudo, que sólo se transforma bajo el influjo de extraños poderes, funciona a la perfección. “Los chicos ingresan en la ficción de este planteo y pronto el juglar no para de relatar historias. Al niño no le interesan las sutilezas porque prefiere el juego, por eso apelo a cuentos sencillos, pero con emociones contundentes”, sostiene Padovani. La narradora despliega un abanico de palabras que se sustentan en imágenes vigorosas. Nada más efectivo para cultivar la insaciable imaginación de los más pequeños que los relatos de brujas, como “El niño en la bolsa”, un cuento tradicional, recopilado por el escritor Italo Calvino. “La estructura del espectáculo es muy abierta,los cuentos van rotando, de acuerdo con las circunstancias y los estados de ánimos del público con el que me encuentro”, agrega Padovani. Así, “El pajarito remendado” (de la tradición española), “Los siete conejos y el lobo”, “Epaminonda” (un relato latinoamericano de enredos verbales) y “Doña Clementina Queridita”, de Graciela Montes, entre otros, transmiten emociones tan primarias como el miedo, la alegría y la tristeza.
También en el marco de la carpa, los sábados y domingos de 14.30 a 17, se realizará el taller de “Símbolos patrios”, coordinado por la artista plástica Alejandra Mettler, una iniciativa que consiste en el tejido de paños blancos y celestes. Como resultado se creará una gran bandera, acompañada de un registro fotográfico con todos los participantes. Después de ser expuesta junto con las fotos, la bandera se fraccionará en mantas, que serán donadas a instituciones de niños y ancianos.
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