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Recuerdos de la burocracia
Desencanto. Apenas una palabra basta para sintetizar cómo fue la experiencia de Carlos Gorostiza en la Secretaría de Cultura de la Nación, en tiempos de Raúl Alfonsín. “Conseguimos acabar con la censura, el 10 por ciento para el cine e iniciamos la reconstrucción de la biblioteca Nacional”, evalúa el autor de novelas como Los cuartos oscuros, Cuerpos Presentes, El basural, Vuelan las palomas (premio Planeta 1999) y La buena gente. “Pero, en el tiempo que estuve, no conseguí que nadie me dijera cuál era el presupuesto de mi área, incluso me acusaron de leguleyo por insistir en pedirlo”, señala Gorostiza. Y recuerda un episodio significativo de esa maquinaria de impedir que es la burocracia: “Cuando me fui, Alfonsín me preguntó que podía hacer por mí. Le pedí que impulsara un proyecto de doblaje de películas para televisión, que estaba en el Congreso, porque implicaba más trabajo para los actores argentinos”. A los cinco meses, Alfonsín lo llamó para confirmarle que se había aprobado. “Sin embargo, todavía no se reglamentó, quedó en un cajón misterioso”, comenta el autor.
–Y si hoy el presidente Eduardo Duhalde le ofreciera la Secretaría de Cultura, ¿qué le contestaría?
–¡Qué buena idea! (Risas.) Mi placer es ir a Argentores y ver que mis obras se siguen dando, no por lo que recibo económicamente, sino por la emoción de que continúan vivas, que hay directores interesados en montarlas en el país y en el exterior.
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