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Peleas que salieron caras
Las pérdidas de Fernando “Pino” Solanas han estado a la orden del día, al menos, en los últimos 26 años. El archivo personal que originó el legendario documental La hora de los hornos, estrenado poco después de la muerte del Che Guevara, fue destruido por la última dictadura militar. “Cuando tuve que exiliarme, también dejé mi oficina y nadie quería guardar ni media lata de lo que tenía ahí. Eso fue un gran drama”, recuerda hoy. Allí tenía filmaciones documentales en 16 milímetros que ocupaban una pieza entera. En el inicio de la época de Menem, comenzó a filmar El viaje en 1990 y estrenada un año después. Allí se ven imágenes de una Buenos Aires inundada por las aguas cloacales y sus habitantes acostumbrados a su olor. En uno de esos planos, una caricatura de Carlos Menem sale de la Casa de Gobierno en unas patas de rana. “Eso es de mal gusto y una insolencia”, opinó el entonces presidente. “Mi pelea con Menem me costó muy cara”, confiesa hoy.
El viaje debutó encabezando el ranking de público, pero los distribuidores se asustaron con las declaraciones de Menem y a la semana estaba prácticamente fuera de cartel. Solanas ya había denunciado antes el “remate del patrimonio público” y, poco después, en marzo de 1991, en un reportaje de la revista Noticias, denunció: “Menem está al frente de una banda de delincuentes”. Menem le inició un juicio por “calumnias e injurias”, al cual Solanas ratificó en el juzgado del juez Federal Irurzun. Al día siguiente, fue baleado en la puerta de su casa y terminó internado en un hospital. “El atentado me costó U$S 350.000 dólares: mi rehabilitación, la productora y los intereses por la película, me dejaron en la lona”, asume. También, Julio Maharbiz lo dejó fuera del subsidio electrónico de U$S 600.000 para distribuir los productos por televisión. “Inventaron una triquiñuela y quedé otra vez afuera”, confiesa. Solanas impulsó la reforma de la Ley del Cine a mediados de los 90, luego participó de la fundación del Frepaso, y fue discriminado por opositor ferviente “desde el principio, a la corrupción menemista encabezada por Maharbiz”. Por si fuera poco, hace tres años el laboratorio Cinecolor tiró en un container decenas de películas, entre ellas varias de Solanas, algunas de las cuales pudo llegar a salvar. “Perdí mucho material en mi vida”, se resigna, aún incansable.
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