ESPECTáCULOS
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El mostrador virtual
Los años pasan, y el signo de los tiempos cambia. Si en el pasado cada lanzamiento de U2 implicaba una danza de cifras contundentes (según la International Federation of the Phonographic Industry, IFPI, U2 forma parte de la cotizada lista de los Diamond Awards, con más de diez millones de copias vendidas en EE.UU. por The Joshua Tree), ahora esas cifras se complementan con los nuevos métodos de difusión y venta de música. Vertigo, single de How to dismantle an atomic bomb, alcanzó el primer puesto de ventas en las descargas de Itunes y el mismo lugar en el ranking de downloads de Gran Bretaña. Más allá del grueso volumen de pirateo en la red, la venta de música virtual está empezando a dar sus frutos, y los sellos discográficos se sienten con ánimo de enfriar un par de botellas para este fin de año. Que U2 tenga activa participación en esas formas de consumo, sin necesidad de realizar nuevos y trabajosos acuerdos legales, demuestra la visión del manager del grupo, Paul McGuinness: en el libro U2 at the end of the world (1994), de Bill Flanagan, se relata la negociación de McGuinness con el sello Island y su intención de fijar una cláusula que contemplara la futura comercialización de la obra del grupo “a través de nuevos soportes, e incluso formas de distribución virtual”, reteniendo el control sobre la realización de artes gráficas o agregados relacionados con el lanzamiento. No por nada el irlandés sigue acompañando a Bono, Edge, Mullen Jr. y Clayton desde 1978, generando el entorno de trabajo necesario para que los pibes toquen... y consiguiéndoles unos mangos extra con el Ipod U2 Special Edition, un chiche para escuchar MP3 legales con capacidad de 20 gigabytes, una sobria presentación plateada y roja y las firmas del cuarteto. 350 dólares, joya, nunca taxi.
Nota madre
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