Ricardo Manetti reflexiona: “Hay un antes y un después de Cromañón. Nos debemos como sociedad una reflexión. Esta desgracia puso en evidencia los diferentes niveles de responsabilidad social: del Estado, empresarial, familiar, individual. Pero no se puede analizar y reflexionar sobre las consecuencias desde una metodología autoritaria, desde la imposición o el castigo. Es necesario un cambio de conciencia desde un acuerdo conjunto entre los diversos sectores, como exige cualquier Estado democrático, incluida la gente que concurre a los espectáculos. Así también podrían determinarse cuáles son las instancias que la gente considera peligrosas. Habíamos logrado avanzar en la creación de un diálogo, pero parece que esto se está perdiendo: las medidas de clausura sólo generan una psicosis de miedo y persecución”.