Sáb 26.03.2005

ESPECTáCULOS • SUBNOTA

La pelea por “Che, papusa, oí”

“En el Café 36 Billares me presentaron a Matos Rodríguez, el autor de La Cumparsita. Era un hombre joven, de alta estatura, de prestancia y señorío, ex estudiante de arquitectura en Montevideo y que, a pesar de su solvencia económica, no lo demostraba. Tampoco gozaba de mucha simpatía entre quienes lo trataban. Continuamos viéndonos con Matos en el mismo café y un día me pide que le escriba la letra de un tango. Yo tenía un par escritas y a los pocos días le llevé una, titulada Che, papusa, oí. El título le cayó muy bien. Luego de enterarse del contenido me pidió que se la dejara unos días para ver si ‘embocaba’ algún tema (...) Hallándose el tango en pleno éxito, comienza a resentirse nuestra amistad por haberme enterado un poco tarde que Matos, antes de adaptarle música a la letra, la había ventilado delante de un amigo dramaturgo y otro periodista, para que lo asesoraran si valía la pena hacerle música a tales versos, sin duda por faltarle a él capacidad para juzgarlos. De más está decir que el veredicto de ambos fue una felicitación que le encargaron me hiciera llegar de su parte. Esto fue lo que me distanció de mi coautor. Estando nuestro tango en labios de Buenos Aires, cuando nos encontrábamos nos hacíamos los distraídos para no saludarnos.”

* Extraído de Mis memorias, de Enrique Cadícamo, editorial Corregidor.

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