ESPECTáCULOS
• SUBNOTA › “DIENTE POR DIENTE”, FIN DE LA SAGA “PERRAMUS”
Buscando la sonrisa perdida
› Por Juan Sasturain
La cuarta y última parte de las aventuras de Perramus, la historieta que realizamos con Alberto Breccia a lo largo de los años ochenta, se llama Diente por diente. Publicada sólo en Francia en 1991 por Glénat, recién este año Ediciones de la Flor la dará a conocer por primera vez en castellano. Anteriormente se publicaron El piloto del olvido y El alma de la ciudad, que constituyen las dos primeras secuencias reunidas en el primer tomo, y La isla del guano, tercera parte. Con Diente por diente se completa una saga de más de cuatrocientas páginas. Vale la pena recordar de qué se trata, porque viene al caso.
Escrita y dibujada entre 1988 y 1989, la última secuencia de Perramus cuenta una historia que transcurre dos años después de La isla del guano, la larga aventura política en los emblemáticos dominios de Mr. Whitesnow y sus siete enanos. Desde las primeras imágenes, que muestran a los protagonistas reunidos en La Academia de Callao y Corrientes, es evidente que no sólo ha pasado el tiempo para los personajes sino que el ominoso régimen de los mariscales se ha terminado y hay otro clima en Santa María. Aunque el contexto general sea diferente, es una vez más Borges el que invitará a sus amigos Perramus, Canelones y El Enemigo a involucrarse en una empresa simbólica y ejemplar que los hará ponerse nuevamente en movimiento: recuperar los dientes de Gardel dispersos por el mundo como un modo de volver a rearmar la sonrisa emblemática, refundar la esperanza.
La aventura comienza con la profanación de la tumba del Zorzal y el descubrimiento de que le faltan los dientes, dispersos poco después de la tragedia de Medellín. A partir de allí –con Borges, García Márquez y una banda colombiana mediantes y contrincantes– la pesquisa llevará a Perramus y compañía por medio mundo: al territorio origen de la tragedia, tras un agregado militar de la dictadura; a Las Vegas en busca de la Voz y su entorno mafioso; al Museo de la Revolución en La Habana, para revisar el sorprendente legado del Che; a Londres tras Lone Sloane, un marino muy particular; a París, con la nieta de Le Pera, y a Nueva York con las veteranísimas rubias del foxtrot recluidas en un geriátrico. La última secuencia los llevará a un Tokio tanguero, con el mismísimo Perramus cantando Pasional como si fuera Alberto Morán, dándose el gusto.
Diente por diente es la más gratuitamente aventurera de las historias de Perramus. También la más larga y la menos trágica. Acaso resulten excesivos el humor equívoco, las persecuciones espectaculares y las referencias a personajes históricos o extraídos de lo que llamamos convencionalmente el “mundo real”. Pero es que son, en este caso, parte importante de la puesta. Además de Borges, protagonista fijo de la saga –en este caso con la participación de María Kodama–, entre los personajes de carne y hueso devenidos criaturas de papel y tinta no faltan Carlitos y sus contigüidades –desde Le Pera a las míticas “rubias de New York”– para seguir con Frank Sinatra, Fidel Castro, Osvaldo Pugliese y un Gabriel García Márquez involucrado con la producción misma de la aventura...
En cuanto a la historia en sí –más allá de la mítica idea de la búsqueda del objeto mágico– tuvo como disparador inicial un texto del gordo Soriano que hacía referencia –real o inventada– a un tipo que vendía en París los dientes de Gardel. El resto vino solo. Además, el capítulo que transcurre en Las Vegas, Bajo mi piel, con su ominosa competencia de tamaño, parte del memorable relato No sé si he sido claro, del Negro Fontanarrosa. Pueden considerarse afinidades electivas: me siento orgulloso de ellas.
Nota madre
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