En la parte más impactante del film en términos ideológicos, Roberto Nancucheo, integrante de la Confederación mapuche de Neuquén, se enfrenta en un careo espontáneo con un tal Luiggi, gerente de montaña de la empresa Nieves del Chapelko, que explota el cerro del mismo nombre. El eje del debate gira alrededor del problema que implicó para las 60 familias que viven en Pawlamenuko y otras 200, pertenecientes a comunidades cercanas, la contaminación de las aguas que ellos beben. “La mierda de los baños iba a parar al arroyo”, evoca Roberto, antes de que ocho comunidades del Parque Lanín tomaran la intendencia de San Martín en el año 2000 y obligaran a la empresa a superar la dificultad. Luiggi había asistido a una conferencia sobre medio ambiente en San Martín de los Andes –no se sabe la razón– y fue inducido a hablar por la moderadora. “No sé qué razones tendrán ustedes para hablar mal de Capozzolo (el dueño de la empresa), pero yo puedo decir que es una gran persona y que, con el 3 a 1, no está haciendo un gran negocio con la explotación del cerro”. Roberto, con altura y buen humor, le respondió con una simpleza que lo sumergió en el ridículo. Con sus palabras, lo acorraló en su propia lógica. “Si nuestros hijos tuvieron que comer mierda durante cinco años para que un tipo, encima, haga un mal negocio, bueno, entonces sí que estamos perdidos”.