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“Los argentinos somos una especie de supervivientes”
Por Teresa Cendrás*
Desde Barcelona
Iba para futbolista pero se le cruzó el teatro, y Darío Grandinetti colgó los botines para dedicarse a vivir otras vidas, además de la propia. Este rosarino de 43 años lleva más de 20 sobre los escenarios, aunque aquí se lo descubrió hace poco. Al menos para el gran público: los cinéfilos lo tenían identificado desde hace diez años como el atorrante Oliverio de El lado oscuro del corazón, de Eliseo Subiela. En España, su popularidad llegó gracias a Marco, el periodista impenetrable que tiene un romance con Rosario en el film de Almodóvar Hable con ella. Esa colaboración le abrió a Grandinetti muchas puertas, cosa que el actor admite y agradece. En su agenda sólo figuran citas españolas, salvo un proyecto con el director Alberto Lecchi. Este año rodó en Madrid con Pedro Olea el melodrama Tiempo de tormenta, junto a Jorge Sanz, Maribel Verdú y María Barranco, y está a punto de filmar en Barcelona Palabras encadenadas, la segunda película de Laura Mañá, tras su aclamada Sexo por compasión. Por avatares de la industria, se retrasaron dos rodajes en los que iba a intervenir: El año del diluvio, de Jaime Chávarri, y La luna en Jorge, de Manuel Toledano.
Es alto y atractivo sin ser lindo. Un aro diminuto en la oreja izquierda y su manera de vestir informal dan algunas pistas sobre su talante progresista, así como su postura crítica contra los más recientes gobernantes de su país. Protesta porque le censuraron la versión teatral de El cartero que producía e interpretaba: “Me amenazaron, tuve custodia... y, al final, se convirtió en un hecho político, que es lo que había sido desde el principio”. Si algo le duele al actor en un momento en que le sonríe el futuro es precisamente la situación en su país.
Al menos su momento es excelente, y en eso tuvo mucho que ver su participación en Hable con ella. Asegura que jamás había creído demasiado en el destino, pero que desde que vino a Barcelona a rodar El lado oscuro del corazón II, el hado lo persigue. “Almodóvar estaba buscando un actor y yo estaba acá, y él decidió que quería conocerme, y terminé haciendo su película. Si eso no es el destino...” Grandinetti, que no se considera un actor de método, valora enormemente la experiencia. “Almodóvar tiene un nivel de exigencia que agradezco mucho, para mí fue una enseñanza. Posee, además, un sentido amateur que me conmueve, porque me traslada a la época en la que empecé en el teatro, y una capacidad de trabajo que contagia”, apunta. Y continúa: “Yo no estoy acostumbrado a trabajar con tanto rigor. En Argentina, por un montón de razones, entre ellas las económicas, no se repiten tanto las tomas como aquí, y Pedro puede repetir hasta... No le importa. Le doy las gracias por haberme hecho partícipe de un film tan honesto como Hable.... Como actor, pero también como espectador”.
Cuando en la conversación surge el actual boom de los actores argentinos en España, Grandinetti parece tener la respuesta bien pensada. “Siempre los argentinos fueron muy bien considerados, y no sólo en España, aunque aquí, en particular, tuvieron mucha responsabilidad gente como Héctor Alterio, Walter Vidarte, Luis Politi, Norma Aleandro, Federico Luppi...”. El actor confía en que la presencia de argentinos en la cartelera española no sea pasajera. “Espero y deseo que no sea una moda”, puntualiza, antes de ahondar en otras razones que contribuyen a esa presencia. “También tiene que ver la necesidad que tenemos de buscar trabajo fuera de casa y la facilidad que dan las coproducciones, las integraciones culturales cada vez más grandes, gracias sobre todo a la lengua común. Además, estoy convencido de que tenemos una formación producto de la necesidad de supervivencia. Si los actores en general ya somosadaptables, los argentinos probablemente un poco más por esa situación que vivimos. Somos supervivientes.”
*De El País, exclusivo para Página/12.
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