LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Un estudio realizado en Estados Unidos se refiere a la incidencia que el consumo de los medios tiene en jóvenes de entre 8 y 18 años. De esto da cuenta Carlos Cortés, en tanto que Bernadette Califano insiste en la importancia del debate sobre la regulación de los medios en la Argentina.
› Por Carlos Eduardo Cortés S. *
En el hogar, la escuela y el trabajo, las tecnologías de información y comunicación, conocidas como TIC, se combinan, fusionan y vuelven omnipresentes en nuestro entorno cotidiano. Los nuevos teléfonos celulares incluyen plataformas de videojuegos, acceso a correo electrónico, cámaras digitales y conexiones a Internet. Y todo ello tiende a naturalizar la forma en que las nuevas generaciones consumen estos recursos, cada vez más en forma móvil y portátil. El consumo de electrodomésticos en Latinoamérica aumentó significativamente durante cinco años consecutivos, y la expansión se produjo en cada subsector de dicho mercado: doméstico, portátil y automotor, cuyos productos llegaron a muchos hogares por primera vez, o se multiplicaron en otros.
A este consumo creciente se suma la agresiva inserción de empresas transnacionales de telecomunicaciones y sus nuevos servicios digitales en cable y telefonía. Y en algunos casos, como en la televisión, se añade el reemplazo de receptores analógicos por digitales.
Como resultado, los fenómenos detectados en Estados Unidos en 2005, por el estudio “Generation M: Media in the Lives of 8-18 year olds” (Generación M: los medios en la vida de las personas entre ocho y 18 años), de Kaiser Family Foundation, tienden a reproducirse hoy en nuestras nuevas generaciones.
Según dicho estudio, la llamada “generación mediática” consume medios de comunicación casi 6,5 horas diarias, lo cual deja claro que el potencial impacto de dicho consumo en casi todos los aspectos de las vidas de niñas, niños y jóvenes no puede ser desconsiderado. Quienes tienen acceso más fácil a televisores, computadoras y consolas de videojuegos en sus habitaciones les dedican más tiempo, al igual que en hogares donde el televisor se deja encendido gran parte del día.
La investigación no confirmó la teoría de que el uso de computadoras o videojuegos desplace el tiempo que pasan con la televisión. El consumo simultáneo y la tendencia juvenil a la multitarea (estudiar, ver televisión, escuchar música y comunicarse en red con los amigos, todo al mismo tiempo, por ejemplo) aumenta con la presencia de medios en los espacios cotidianos.
A pesar de las preocupaciones que madres y padres expresan respecto del impacto de los medios sobre sus hijas e hijos, no se encuentra mucha evidencia de esfuerzos significativos de su parte para entender, reducir o controlar el uso de televisión, computadoras, celulares o videojuegos en el hogar. La proporción de niñas, niños y adolescentes que dicen que sus progenitores no han establecido normas de consumo de medios y la poca frecuencia con que estas personas adultas verifican el resultado de sus propias advertencias –cuando las hacen– indican que la gran mayoría no siente que sus hijas e hijos pasan demasiado tiempo con los medios, o simplemente han renunciado a hacerlo. Puesto que el estudio también indica que quienes pasan la mayor parte del tiempo con los medios también dedican horas a sus aficiones, a salir con sus madres y padres y a actividades físicas, es posible que nadie se sienta muy preocupado por la cantidad de tiempo que dedican a los medios.
Evidentemente, el mundo mediatizado sólo tiende a aumentar, pero eso mismo justifica prestar mucha más atención, entender cómo y por qué se da este consumo, y no mantenerse al margen de un cambio que llegó para quedarse.
* Gerente de Radio Nederland Training Centre, América Latina.
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