LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
A partir del anuncio oficial de la creación de una señal de televisión satelital pública, Luciano Sanguinetti formula propuestas para articular la producción televisiva con la educación.
› Por Luciano Sanguinetti *
El anuncio de la creación de una señal de televisión satelital pública que alcance todos los rincones del país no puede ser mirado más que con satisfacción por quienes creemos en la importancia de las comunicaciones en las sociedades democráticas y sabemos que, a pesar de que arribamos al final de la primera década del siglo XXI, hay muchos conciudadanos que todavía están, en materia de medios, viviendo en el siglo XIX. La satisfacción es aún mayor cuando el enfoque que se le pretende dar es, entre otros, el de una señal educativa que redoble los esfuerzos encomiables que se están haciendo desde el canal Encuentro.
Porque es cierto, unas de las experiencias más originales en materia televisiva se desarrolla en este canal público. La sinergia entre científicos, cineastas, pedagogos, productores de televisión, guionistas, historiadores, actores, etc., está generando propuestas de calidad, creativas y entretenidas. Lo prueba cómo se corre la voz entre los jóvenes, que generalmente despotrican contra el sistema escolar y hablan con respeto de lo que ven en esta señal, aunque los temas sean tan intrincados como el calentamiento global, la poesía de Borges o la lucha fratricida entre unitarios y federales. Que esta experiencia no tenga cabida en las otras señales televisivas abiertas (ni en los diarios impresos, convengamos) resulta una comprensible paradoja, habida cuenta de la insoportable autorreferencialidad que muestra la televisión comercial. Como si la reacción del medio ante la crisis de representación de lo real sea morderse la cola.
Ahora bien, para no hablar siempre mal del vecino, ¿hacia dónde deberíamos encauzar los esfuerzos? Pienso cuatro sugerencias:
- Articular fuertemente la nueva secundaria a las tecnologías de información y comunicación (miles de adolescentes están ingresando por primera vez al secundario y varios millones lo harán en los próximos años, ya que la Ley Nacional de Educación estableció en el 2006 la obligatoriedad de ese nivel). Los pibes nos lo están diciendo. Son nativos digitales. Nacieron en un mundo mediatizado. Internet, YouTube, Google, los blogs, el celular son su lenguaje, sus formas de sentir y de pensar.
- Desarrollar una intensa y continua campaña de capacitación para los docentes actuales, formados todavía en la ideología de la escuela sarmientina, para que aprendan la utilidad de los recursos audiovisuales, informáticos, televisivos y virtuales. Necesitamos rápidamente que la escuela se abra a los medios y los medios a la educación. El texto impreso fue el eje de la escuela moderna; los formatos multimediales, la escuela contemporánea. Pero hay una condición necesaria: la conectividad de todas las escuelas del país y producir contenidos.
- Impulsar una reforma profunda en la formación de los futuros maestros en la que las mediaciones tecnológicas de información y comunicación no sean un apéndice en las estrategias de enseñanza aprendizaje sino parte constitutiva de la cultura escolar. Aquí el aporte de las universidades puede ser valiosísimo.
- Comprometer seriamente a los ministerios de Educación de cada provincia juntamente con el nacional (que por otra parte lo viene haciendo con significativo éxito, finalmente el canal Encuentro fue una iniciativa de ese ministerio durante la gestión Filmus) a producir contenidos educativos sean estos audiovisuales, digitales o impresos. La experiencia del Programa Textos para Todos de la provincia de Buenos aires, donde se articularon imaginativamente el Estado y el sector privado, puede ser un modelo. Porque los medios importan si tenemos un mensaje.
Hago estas propuestas en un momento en el que pareciera reinar cierta confusión. Donde un hombre común puede tener 83 millones de pesos de patrimonio; cuando Martínez de Hoz vuelve a ser el apellido ilustre del anciano fundador de la Sociedad Rural y no el del responsable de la destrucción de la economía argentina y ministro de Economía de la última dictadura militar; donde un golpe de Estado puede hacerse para defender la Constitución; cuando el vencimiento del contrato de un periodista puede ser un hecho de censura pero de otro periodista no; donde un prelado diga que los preservativos no son útiles para prevenir enfermedades de transmisión sexual y que el título de muchos diarios sea que un material de capacitación docente es neomarxista; cuando después de las elecciones ninguno de los partidos políticos que asistieron a la mesa del diálogo propuso modificar la ley de radiodifusión de la última dictadura... Me detengo... Escucho que “el campo” no se puso de acuerdo con el Gobierno o que el Gobierno no se puso de acuerdo con “el campo”, como prefieran. Y pienso en ese pequeño espacio televisivo en donde se habla de Borges, de Perón, de átomos, con gente que ha dedicado su vida a estudiarlos más allá de la coyuntura con el único anhelo de saber y enseñar.
* Docente investigador. Facultad de Periodismo y Comunicación Social UNLP.
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