LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Ricardo Haye retoma, desde la perspectiva de la diversificación de señales y contenidos, el debate sobre la negativa de algunos operadores de cable a incluir Paka Paka en la grilla.
› Por Ricardo Haye *
Desde Roca, Río Negro
El tipo anda ahora por los 40 años. Es uno de los que vociferan contra los cortes en las calles, se queja de los inmigrantes de países vecinos y exige a los gritos “seguridad” y “orden”. Más o menos cuando tenía cinco años, el cuento de Elsa Bornemann “Un elefante ocupa mucho espacio” recibía el Premio Internacional Hans Christian Andersen, pero el tipo no se enteró.
En ese tiempo, el gobierno argentino había sido asaltado por una turba brutal que prohibió el libro y secuestró la edición argumentando que la historia de unos animales que se declaraban en huelga tenía “una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo”.
En realidad, lo que el tipo jamás llegó a saber es que la censura obedecía a que el relato pregonaba valores como la libertad, la solidaridad o la justicia, los que –ya se sabe– resultan extremadamente peligrosos para el pensamiento autoritario.
A aquel chico que fue tampoco le dejaron leer El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, porque alentaba en los niños una “ilimitada fantasía”. Por eso, el tipo vive hoy en una reducida realidad. En ese limitado contexto suyo, los piqueteros son vagos, los bolivianos vienen a sacarnos el trabajo y a los chorros primero hay que dispararles y después preguntarles.
Así vive y piensa el tipo que fue niño hace más de tres décadas, cuando la bestialidad del gobierno de facto llegó incluso a ir a buscar a “los subversivos” en los jardines de infantes.
Probablemente el tipo tampoco lo sepa pero, para dar sustento a esas pesquisas, el Ministerio de Educación de la Nación emitió la resolución “Subversión en el ámbito escolar. Conozcamos a nuestro enemigo”, entre cuyos objetivos figuraba el de detectar a “los niños revoltosos” que concurrían a instituciones preescolares.
Seguro que el tipo no se anotó en ninguna de las movidas populares que reclaman la inclusión del canal Paka Paka en todas las grillas de programación de las empresas de televisión por cable.
Tal vez la persistencia con que Cablevisión resiste el mandato legal en ese sentido sea el producto de convicciones similares a las que inspiraron aquellos adefesios normativos del pasado.
Semejante tozudez parece resultar funcional al propósito de edificar una sociedad de “tipos” como el que viene enhebrando este texto. Afortunadamente hay muchas otras personas que, aun compartiendo la misma generación que este sujeto, poseen una cosmovisión diferente de la suya.
De todos modos, para no clausurar la fantasía de los niños de hoy, para que encuentren cauce valores como los que proponía aquel cuento protagonizado por un elefante y para que dentro de cuarenta años no tenga que escribirse una columna acerca de ningún “tipo”, conviene que insistamos con la diversificación de señales y contenidos.
Y que lo hagamos con puntillosa precisión: “diversificar” es mucho más significativo que “ampliar” porque se refiere a la cualificación de las propuestas. Que en lugar de 60 señales pasemos a tener acceso a 500 tiene poco sentido si todas ellas están consagradas a la reiteración de una letanía.
Paka Paka o el canal del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) merecerán la consideración de quienes proclaman su derecho a verlos en tanto promuevan sentidos y valores y fomenten nuestro ascenso de meros “tipos” a mejores personas.
* Docente e investigador de la Universidad Nacional del Comahue.
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