LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Ernesto Martinchuk recupera la idea del federalismo aplicada a la televisión y reclama una política de comunicación como aporte al movimiento de transformación social.
› Por Ernesto Martinchuk *
El tema del federalismo, como principio institucional regulador de la vida política y de la organización cívico-administrativa, ha estado siempre sobre la mesa de las grandes polémicas. La historia corrida desde 1853 nos muestra una constante pugna entre la afirmación de ideales aceptados, pero no aplicados.
Los medios televisivos centrales –en general– se empeñan en transmitir imágenes, personajes, problemas y situaciones urbanas de la Capital Federal y su entorno, lo que crea en los televidentes de diversas zonas una suerte de esquizofrenia colectiva, dado que sus realidades son muy distintas a las que aparecen en los medios.
Existen mentes que se especializan en el exterminio intelectual y adquieren notoriedad. Destacan a los charlatanes, los mediocres, los que buscan novedad a toda costa, y quedan anuladas las personas que de verdad piensan.
Un país de extensiones tan enormes como el nuestro permanece atado en todo intento serio y continuado de desarrollo comunicacional. Hoy, a través de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual se puede revertir. El televisor es un instrumento que emite imágenes con un espectador pasivo que lo mira, mientras que el mundo multimedia es un mundo interactivo, cuya máquina es un ordenador que recibe y transmite mensajes audiovisuales digitalizados.
La vida política exige discernimiento y comprensión de los problemas para poder elegir. La participación es indispensable pero, al disminuir la capacidad de entendimiento y abstracción, la gente se hace más dependiente de las imágenes que masifican.
El poderoso flujo informativo y artístico unidireccional, dominante y unitario que propone Buenos Aires, sin alternativas posibles, desde la televisión penetra en las provincias con las mismas consecuencias políticas, económicas, sociales e ideológicas que la tan criticada red ferroviaria dispuesta por los ingleses, instalados en el puerto porteño para su provecho.
El federalismo no consiste en que la televisión de Buenos Aires se traslade a las provincias y mire sus problemas con visión “porteña”. El federalismo significa que la gente del “interior” hable de sí misma. Es como que “Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires”. Las regiones tienen no sólo una actividad económica, sino una cultura e identidad propias.
Para que el “interior” del país no sea sólo parte de la información cuando existe una catástrofe y para que se conozcan las realidades que a diario se llevan a cabo en los campos de la economía, los deportes, la cultura y la ciencia, resultaría interesante crear Centros Regionales de Información que se encarguen de su difusión a través de la TV Digital.
El Estado democrático y planificador se plantea la necesidad de redefinir el concepto de comunicación, desarrollo y cambio social, multiplicado en sus alcances y efectos por la revolución tecnológica.
Es necesario desde el Estado estimular y promover un mayor acceso de la población a los medios de comunicación social para contribuir a los esfuerzos que propician la integración nacional, la vigorización de las manifestaciones de la cultura regional y la libre expresión del pensamiento. Ha llegado el momento de un gran salto de calidad institucional y social referido al uso de la palabra.
En un país como el nuestro, donde se tiene gente que vive en costas, montañas, puertos, ríos, lagunas y también desiertos, el federalismo es aceptar las vivencias generadas por variados grupos humanos. Es comprender que todos, a pesar de ser controvertidos, podemos ser uno solo y lograr un buen concierto con distintos instrumentos.
Por otra parte, la primera Escuela Popular de Medios Comunitarios comenzó a dar clases en abril, en las instalaciones del centro cultural de la Mutual Homero Manzi, en el barrio porteño de Boedo. Este centro de formación, que en su primer año recibió a 40 alumnos, permitirá generar una herramienta que profesionalice las tareas de los comunicadores populares, con miras a los nuevos medios que surjan a partir de la vigencia de la nueva ley de comunicación y, a su vez, funcione como integrador social.
Federalizar los contenidos es promover una política nacional de comunicación, como un aporte más al movimiento de transformación social que estamos viviendo, considerando que el pueblo puede hablar con su propia voz.
* Periodista. Docente Escuela de Periodismo Círculo de la Prensa.
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