Todo proceso social y político implica una dimensión comunicacional. En ese sentido, el desarrollo que viene desplegando la economía social y solidaria desde hace décadas requiere especial atención acerca de vínculos, interacciones, intercambios y promoción de las diferentes acciones del sector. Tales procesos suelen ser relegados ante las urgencias que enfrentan los diferentes actores y que vuelve más difícil el trabajo mancomunado, colectivo, cooperativo que es un factor clave para su desarrollo. Por eso es fundamental examinar el sector de la economía social y solidaria a la luz de los procesos comunicacionales.

Hoy las sociedades y las relaciones sociales se piensan en red. Y como en toda red, el trabajo de las organizaciones en el ámbito de la economía social y solidaria y la comunicación comunitaria es un proceso dinámico de interacciones, que las organizaciones atraviesan (y por las cuales son atravesadas) constantemente. Un proceso complejo de configuración entre la unidad y la diversidad, la estabilidad y el cambio, la autonomía y la ligadura, la individuación y el sistema, que requiere también el propósito de hacerlo de forma “productiva”, para bien del colectivo y de cada uno de los actores. Esta articulación resulta fundamental para la construcción y fortalecimiento del campo de la economía social y solidaria y la comunicación comunitaria, y su propuesta justa, solidaria e integradora.

La potencialidad del trabajo en red se puede ejemplificar a través de experiencias que abordan las dimensiones productivas y de comercialización, pero también la producción de conocimiento y conceptualización asociada. Estas redes conformadas por diversidad de organizaciones implementan canales de producción y distribución para productos de todo el país, promoviendo el consumo sostenible y solidario, pero también visibilizando los procesos de producción que se sostienen por detrás de los precios. En el campo de la comunicación, las redes realizan múltiples acciones colectivas de producción, planificación y de construcción de políticas públicas. La interacción de la comunicación con unidades productivas y sectores de la economía social y solidaria ya tiene décadas. Sin embargo, su inserción como parte de un proceso social instituido parece aún en construcción. Profundizar este camino es clave para el desarrollo de propuestas basadas en valores diferentes al neoliberalismo en lo social, lo económico, lo comunicacional y cultural.

Un sistema organizado en red es un proceso dinámico. Pensar el entramado social como una red y vislumbrar redes organizativas implica un cambio en la estructura de pensamiento hacia formas más flexibles, abiertas y con mayor horizontalidad, rescatando la solidaridad como valor central. Sin embargo, estas redes, más activas y democratizantes, no se constituyen de manera espontánea. Es necesario de-sarrollar métodos que faciliten su funcionamiento. La gestión asociada asoma como una posibilidad por su potencial en la combinación de procesos de planificación participativa con mecanismos de gestión compartida entre los diversos actores, propiciando la formalización de escenarios participativos de planificación y de gestión. Es fundamental la promoción de espacios asociativos donde todos los actores sociales involucrados tengan un rol activo en todo el proceso. El Estado adquiere relevancia en el trabajo asociado en el que priman acuerdos, negociaciones y el diseño de propuestas para integrar visiones e intereses diferentes y a veces contrapuestos. El rol del Estado es clave articulando acciones, promoviendo espacios de encuentro, diálogo y generación de políticas; reconociendo al pueblo organizado en redes como un actor activo en la construcción de alternativas para el desarrollo del país. De igual manera las universidades e instituciones educativas aportan en el camino de la construcción de conocimiento conjunto.

Durante los últimos años se vienen desa-rrollando diversos programas y políticas de gestión asociada, que es necesario visibilizar, articular, profundizar y dotar de mayor volumen en el marco de la economía social y la comunicación comunitaria.

Siguiendo este razonamiento resulta importante vincular el trabajo en redes, entendidas como procesos, a la comunicación, también como proceso, y donde lo sustancial son los sentidos construidos entre los participantes, en el marco de la cultura toda, concebida como una red de significados. Visto de esta manera priman relaciones e intercambios y la comunicación se reconoce como dimensión esencial a toda red de economía social.

En este marco resulta necesario pensar acciones para fortalecer las experiencias de trabajo colectivo del sector de la economía social y solidaria y de la comunicación comunitaria. Tal vez promoviendo un proceso colectivo de diagnóstico y planificación comunicacional que permita potenciar el trabajo en red de organizaciones y organismos en el marco de la comunicación popular y de la economía social y solidaria. Diseñando aportes conceptuales para la construcción de una mirada de la comunicación que contribuya al proceso político de los mismos actores. Generando capacidades para el desarrollo de dispositivos y productos comunicacionales destinados a fortalecer los procesos de financiamiento, producción y comercialización. Formando actores en comunicación para el fortalecimiento de la economía social. Y fundamentalmente consolidando un discurso de la economía social y solidaria desde la perspectiva de la comunicación comunitaria que permita su instalación en la agenda pública.

* Comunicador social, periodista.

** Comunicador social. Profesor de la Tecnicatura en Economía Social y Solidaria (UNQ).