Mié 15.10.2014

LA VENTANA  › MEDIOS Y COMUNICACIóN

Ley de medios, democracia y desafíos

Cinco años después de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, Diego Jaimes informa sobre el reciente encuentro “Medios y democracia”, convocado por la Afsca con la intención de evaluar pero también de debatir sobre el futuro y los interrogantes.

› Por Diego Jaimes *

El pasado 10 de octubre se cumplieron cinco años de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LdSCA). A decir verdad, la ley en plena vigencia tiene menos de un año, ya que el dictamen favorable de la Corte Suprema respecto de la demanda judicial del Grupo Clarín data del 29 de octubre del 2013. Con el impulso de este aniversario y bajo el título “Medios y Democracia. Desafíos en tiempos de convergencia tecnológica”, unos quinientos trabajadores de la comunicación, investigadores y estudiantes se dieron cita los días 9 y 10 de octubre para debatir acerca de la actualidad y el porvenir de este campo. Muchos de ellos fueron invitados de otros países latinoamericanos y europeos, para quienes la LdSCA –casi siempre por contraste– es un modelo a seguir.

La convocatoria fue realizada por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) en el predio de la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) que funciona bajo la órbita de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Este escenario cargó de sentido el evento, entre quienes se encontraban periodistas y comunicadores que sufrieron en carne propia la censura y la persecución de la dictadura militar. Pero también estaban quienes tienen hoy la responsabilidad de tomar la posta, jóvenes de las generaciones que, nacidas en el marco de novedosos procesos culturales, científicos y tecnológicos, enfrentan hoy el desafío de ampliar los márgenes de la democratización comunicacional a través de nuevas miradas, relatos, enfoques y estéticas.

Algunas preguntas se fueron repitiendo en las casi veinte mesas de trabajo del encuentro. ¿Qué incidencia tiene la agenda que proponen los medios hegemónicos en la opinión ciudadana? ¿Qué rol juegan los grandes productores de información a nivel nacional e internacional en la definición de gustos y deseos? ¿Qué rol debe jugar el Estado en la producción, circulación y distribución de contenidos audiovisuales que influyan en este escenario? ¿Cómo fortalecer y potenciar a los actores sociales de la comunicación, especialmente a los medios comunitarios, de pueblos originarios, educativos, universitarios, sindicales, etc.?

Muchas de ellas encontraron respuestas en algunas de las políticas de los últimos años: el desarrollo de la infraestructura de la Televisión Digital Abierta (TDA), con nuevas señales y contenidos de carácter federal; el fomento a producciones locales y regionales mediante los concursos del Incaa y el Ministerio de Planificación; el apoyo para el equipamiento, la producción de contenidos y la gestión de medios comunitarios y de pueblos originarios a través del Fondo Concursable (Fomeca) de la Afsca, entre las más destacadas.

Pero este escenario también abre una serie de interrogantes. El primero. ¿Cómo disputar frecuencias y pantallas, a través de las cuales los medios concentrados todavía siguen construyendo hegemonía política y cultural? Y en este sentido, ¿cómo ir avanzando para hacer efectivo el 33 por ciento del espectro para el sector sin fines de lucro, especialmente en los grandes centros urbanos?

Segundo, y respecto de cuestiones económicas, ¿qué condiciones existen para una distribución más equitativa de la pauta estatal pero también de la publicidad privada –mucho mayor– para que puedan tener mayor sustentabilidad los nuevos medios democráticos? Complementariamente, ¿qué nuevas formas asociativas, de redes, de alianzas, de consorcios de comunicación e información podrían proyectarse, para compartir recursos, capacidades, y complementarse en estrategias audiovisuales comunes que permitan cubrir el territorio nacional con propuestas originales y atractivas para las audiencias?

Tercero, y tomando en cuenta la creación del Sistema Federal de Medición de Audiencias (Sifema) –recurso fundamental para ampliar la información sobre consumos más allá de Buenos Aires–, ¿se podrá averiguar también por qué las audiencias consumen lo que consumen, por qué eligen unos contenidos y no otros? Y yendo más a fondo, ¿cómo dar más poder a las audiencias, para que no solamente cuenten con consumos adecuados a sus gustos sino que puedan opinar activamente y producir sus propios mensajes? Son valiosos los avances y, tal vez por esa razón, también complejos los desafíos. Y la experiencia indica que se pueden alcanzar.

* Licenciado en Comunicación. Docente UBA.

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