LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Las filtraciones de documentos de interés público le dan motivo a Juan Pablo Darioli para discutir sobre los flujos informativos con la finalidad de mirar las transformaciones en el mundo de la información.
› Por Juan Pablo Darioli *
Las filtraciones se convirtieron en un punto central para estudiar los procesos informativos dado el accionar de personas u organizaciones que priorizan el derecho a conocer libremente los temas de interés público, en oposición a cualquier tipo de intermediación de gobiernos, poderes económicos o empresas mediáticas. Esto nos da la noción de que la pelea por la democratización de la vida pública al día de hoy está más que nunca relacionada con la información y los modos en los que ésta circula. Durante el transcurso del siglo XX, los procedimientos periodísticos se fueron adaptando a los diferentes medios de comunicación sin modificaciones sustanciales, al igual que la actividad receptiva, y los análisis se enfocaron al compás de esta adecuación. Siempre tomando como referencia los roles. En cambio, sí fue sufriendo una modificación significativa la dinámica de los flujos informativos, fraguando en la actualidad en un panorama disruptivo que jaquea el funcionamiento del sistema de medios tradicionales. Al punto de estar obligados a preguntarnos qué significa informar/informarse en un escenario tan fragmentado para el emisor/receptor y qué vigencia tiene sostener la mirada investigativa en roles tan difíciles de dividir. Por eso, la propuesta de estas líneas es centrarse en los flujos para mirar las transformaciones en el mundo de la información. Mucho tienen que ver en esto los episodios protagonizados por las filtraciones de documentos de interés público en el mundo.
Los referentes más importantes del movimiento leaks no sólo han protagonizado filtraciones de información reservada sino que también tienen una lectura política y, por sobre todo, una reflexión deontológica emergente de sus acciones. Julián Assange, alma mater de Wikileaks y refugiado político en la embajada que Ecuador tiene en Gran Bretaña, da cuenta de lo que hemos dicho cuando fue entrevistado por Eric Schmidt y Jared Cohen, ambos directivos de Google, para su libro The New Digital Age (2013). Producto de la malversación que hicieron de sus palabras y la utilización contraria al espíritu de la organización que lidera, Assange transcribió la conversación completa y la publicó bajo el título “Cuando Google encontró a Wikileaks” (2014). Allí el australiano se despacha con una visión sobre la circulación informativa: “En el mundo hay personas que observan diferentes aspectos de lo que les está pasado a nivel local; hay otras personas que reciben información de cosas que no les han ocurrido a ellos directamente; y en el medio se sitúan las personas que están involucradas en el desplazamiento de la información desde los observadores directos a los que posteriormente actuarán en base a esa información. Tenemos, por tanto, tres problemas diferentes relacionados entre sí”.
Aquí hay un problema a resolver que es el de un sistema de distribución ine-ficiente y definitivamente obsoleto porque responde a las dinámicas de los medios tradicionales y no al imponente sistema de red que ha penetrado todas las actividades del ser humano. Internet genera una malla por sobre la sociedad con un potencial comunicativo inexplorado en el periodismo y es a donde apunta Assange para refundar los medios en la nueva era. Lo hace desde una perspectiva emancipatoria, tales los valores de Wikileaks, pero sin duda se puede extraer un perfil genérico para plantear el problema de la circulación de información punto a punto respetando criterios de interés, importancia, novedad, etc., entre un extremo y el otro.
En este esquema, también podemos arrimarnos un poco más al mantra del establishment periodístico durante el siglo XX: la objetividad. Se trata de “ver que se introduce en el periodismo ese aspecto tan relacionado con la reputación de la ciencia que es la pregunta: ¿Dónde están los datos? Si no se aportan datos, ¿por qué demonios debería tomarme esto en serio?” La objetividad no como formato noticioso sino como insumo de trabajo, tomando los hechos como punto de inicio para luego complementar con interpretación y opinión, ambos parte del trabajo periodístico. Y en esto, algunas figuras pierden valor y otras aparecen como indispensables: Assange imagina un futuro con menos “gatekeepers” y más “verificadores”, rol destinado a reasegurarse de la autenticidad de documentos, en su caso, o datos en sí mismo.
Evidentemente, hay una filosofía subyacente de las acciones de Wikileaks que han sido conceptualizadas por el propio creador de la bestia, quien cierra sus reflexiones con un escenario disyuntivo: se “prevé dos futuros diferentes y complementarios de Internet: uno, una Internet ubicua en una gobernanza corporativa centralizada; y otro, una Internet vibrante y descentralizada, adecuada a la emancipación de la historia y los seres humanos”. A la par de este planteo podemos plegar el futuro de la información.
* Licenciado en Periodismo (UNR) y trabajador de Radio Nacional Rosario.
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