Mié 22.06.2016

LA VENTANA  › MEDIOS Y COMUNICACIóN

Mentir como forma de opinión

Carlos Valle sostiene que mentir se ha convertido en una forma de opinión mientras ciertos medios de comunicación ignoran, desvalorizan o inventan información atendiendo a sus intereses.

› Por Carlos A. Valle *

Henry Martyn Robert fue llamado sin aviso previo a presidir una reunión pública de su comunidad, y se dio cuenta que no sabía cómo hacerlo. A partir de esa embarazosa experiencia decidió no repetirla hasta conocer sobre leyes parlamentarias. Pero descubrió que había muy poca literatura al respecto y, en sus recorridas por Estados Unidos, notó una sostenida anarquía sobre los procedimientos parlamentarios. Para tratar de poner orden escribió en 1876 un libro llamado Robert’s Rules of Order que sentaron las bases del funcionamiento parlamentario en muchos países. Hay quienes opinan que, dado que Robert como ingeniero trabajaba regularmente en el Ejército, los fundamentos de su propuesta diseñan el esquema de una batalla donde el objetivo es ganar al contendiente. Para ello se utilizan las mejores estrategias y no faltan las tácticas de descrédito y las alianzas circunstanciales.

La política en nuestro país muchas veces se manejó con este esquema de diseño militar dando lugar al desarrollo de estrategias teñidas de mentira y ocultamiento. Los centros de poder mediático ayudaron a dibujar un clima de asfixia social que hizo del ocultamiento de la información, del relato construido sin sustento real y jamás desmentido junto a la estimulación de sentimientos de odio y desprecio. Es bien sabido que en la guerra la primera víctima es la verdad. Una vez que se lucha por el poder, no importan los métodos utilizados, tampoco importa cómo se establecen las reglas de la nueva etapa. Este caldo de cultivo propicia el desarrollo de un “día D” de invasión y posesión del poder que, como en la invasión a Normandía, viene plagada de tragedia, valentía, devastación y leyendas.

Los ingleses acuñaron la frase “económico con la verdad”, una forma elegante y tramposa de calificar una mentira. Mentir se ha convertido en una forma de opinión, en otra mirada válida. Pero los medios también han encontrado, cuando tienen intereses que defender, otras formas de no aceptar la realidad. Se trata simplemente de ignorarla, desvalorarla o inventarla. Para limpiar los campos de batalla hay que demoler barreras: muletillas que se repiquetean con insistencia, como: “estamos fuera del mundo” “la pesada herencia”, “700 por ciento de inflación”, “la gente no aguantaba más”, “el país estaba en la ruina”. A esta mirada del pasado se le unen los necesarios anuncios de cambios drásticos. “En tres semanas vendrán grandes capitales”, “los cambios se verán en el segundo semestre”.

En los primeros días del nuevo gobierno florecieron los decretos de necesidad y urgencia, con los cuales, entre ellos, se sepultó a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y se allanó el camino para que el mayor poder mediático fuera más poderoso, como un muchas gracias por su ayuda para esta invasión y su mantenimiento, aunque esa fidelidad puede tener fecha de vencimiento. Al mismo tiempo se acallaron muchas voces en otros medios.

El poder vencedor quiere imponer privilegios al que la inmensa mayoría no podrá acceder. El que no puede pagar que no consuma. Los despidos se han empezado multiplicar en el Estado y en las empresas privadas. Cuando los ejércitos toman el poder los empleados y obreros son tratados con control policial para proceder a su despido. El mentado argumento de los “ñoquis”, resultó muy débil, frente a la suspensión de la construcción del Arsat III y de Atucha en Zárate, y en varios programas de servicio a la comunidad. La respuesta aducida es que se trata de “una sensación” porque “la gran mayoría está de acuerdo con estos cambios”, obviando poder ser corroborado.

El Presidente proclama sin ninguna argumentación o plan que lo sustente que se conduele porque “el sinceramiento es doloroso” mientras declama que su quimera es la “Pobreza Cero”. Una utopía que ninguna gran nación avala en sus proyecciones. Pero, como no hace falta certificarlo, puede repetir ese slogan sin titubearse ni sonrojarse.

Nadie podría decir que vivíamos en el mejor de los mundos y evidentes agotamientos y confrontaciones siempre debilitan los frentes. Es necesario asumir esos costos si es que la resistencia quiere rehacer valores. Mientras tanto, buena parte de los legisladores, que se asume son la oposición, apuntalaron al núcleo oficialista y dieron un fuerte apoyo para la firma de la capitulación con los fondos buitres con argumentos tales como que era el único arreglo posible, necesario e ineludible. Los costos de este pago en su totalidad y en efectivo, se van sumando a otras deudas que afectarán a la presente y a futuras generaciones. El reclamo de una marcha multitudinaria de trabajadores espera respuestas. No deberían olvidar quienes asumieron el poder que el triunfo en la batalla democrática, como en toda guerra, no es eterno.

* Pastor de la Iglesia Metodista Argentina, comunicador social y ex presidente de la Asoc. Mundial para las Comunicaciones Cristianas.

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