Mié 16.06.2010

LA VENTANA • SUBNOTA

El arte de hacer

› Por Lucía Caruncho *

El cambio en las formas comunicacionales se da a una velocidad mayor que el cambio en los contenidos. La transformación de su naturaleza y la mutación de la esencia está arraigada a temporalidades distintas.

Hay lugares detenidos en el tiempo que rige en las grandes ciudades, son espacios olvidados por la pantalla que atienden en carácter de ritual diario. Sin embargo, habitan en estos terrenos otras representaciones, otros signos, otras mediaciones, otras formas de comunicar. Son espacios ubicados a un costado de los avances técnicos, de la fugacidad del tiempo tecnológico, donde los intereses mercantiles proceden de la riqueza de sus tierras y se obtienen a altos costos. Son zonas consideradas daño colateral de la posmodernidad, son barrios, poblados, pequeñas ciudades, que privados más de una vez de la satisfacción de sus necesidades básicas, aún existen.

Amunam (Asociación de Mujeres de Nazaré da Mata), ubicada en el nordeste de Brasil, es una de las tantas organizaciones de la sociedad civil situada en terrenos y temporalidades divergentes, de rasgos culturales, identidades y orígenes distintos. La necesaria inclusión de la mujer rural en la sociedad, el urgente reconocimiento de sus derechos ciudadanos, la imperante necesidad de poner freno al abuso de género, a la violencia física y simbólica sin limites de edad dieron vida a esta asociación. Las formas que la comunicación social adquiere en estos terrenos son otras, los espacios utilizados se encuentran en inevitable relación con su realidad, pero la primaria necesidad de comunicar y comunicarse es la misma.

Amunam fue fundada en el año 1988 por un grupo de mujeres pertenecientes al Sindicato Rural de la zona Mata de Pernambuco, que al verse imposibilitadas de hacer oír su voz decidieron desprenderse y conformar una nueva organización al servicio de los derechos de la mujer. Amunam nació de la necesidad primaria de que las mujeres sean reconocidas como personas, nació de la falta de regulaciones básicas que las amparen. A ello le siguió la firme voluntad de hacer el cambio posible. Actualmente integran la asociación hombres y mujeres que han logrado, a través del trabajo diario, garantizar el cumplimiento de los derechos humanos, la equidad de género y la justicia social en más de una oportunidad.

Asumir que los cambios sólo son posibles a través de las grandes concentraciones y revoluciones es una idea ligada a la modernidad. Creer que sólo existe aquello que los medios masivos de comunicación difunden es la excusa por excelencia de la posmodernidad. Existen muchas organizaciones de la sociedad civil, se deben al compromiso cotidiano, a la construcción permanente de una realidad distinta, a la constitución de redes sociales con entidades privadas y organismos públicos. En última instancia, se deben a la comunicación social puesta al servicio de la prevención, concientización y difusión de los derechos humanos.

De la voluntad de coordinar la comunicación a través de un plan a largo plazo, que permita potenciar el capital social con miras a la generación de mayores recursos, depende en gran medida la consecución de los objetivos de la organización y la emancipación de su misión.

Así concebida la comunicación social, la principal vía y limitación del cambio no es tanto el capital económico cuanto el humano. La unión de voluntades que lo procuran, y fundamentalmente lo ejecutan, es lo que hace posible la transformación en la esencia de toda sociedad.

* Dpto. de Psicopedagogía y Comunicación Amunam.

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