MITOLOGíAS › LA PáGINA DE ANáLISIS DE DISCURSOS
Las estrategias para mantener viva la memoria del pasado pero también la noción de la “memoria cotidiana”.
› Por Felipe Muller *
En medio de lo que se llamó la “crisis del campo”, Néstor Kirchner ofreció una conferencia de prensa en el Hotel Panamericano, convocando a la población al acto del Gobierno en Plaza de Mayo. Kirchner no se limitó a responder algunas preguntas. Una vez más remarcó la capacidad generadora de realidad de los medios de comunicación. Tomó como ejemplo los titulares del diario Clarín sobre dos hechos, uno del pasado reciente y otro del pasado inmediato de la Argentina: la muerte de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en Puente Pueyrredón durante el gobierno de Eduardo Duhalde, y la detención del dirigente ruralista Alfredo De Angeli en Gualeguaychú. Kirchner, refiriéndose a Clarín, dijo: “Colocó ‘Represión en Gualeguaychú’ y cuando fue lo de Kosteki y Santillán, colocó ‘Por la crisis, murieron dos personas’”. A su vez, tras una pregunta por parte de un periodista de radio Continental, Kirchner especificó el grupo para quien trabajaba este profesional (“Grupo Prisa”), y agregó “Yo sé a lo que te mandan acá”.
¿Se trató de un exceso de este ex presidente, o más bien de un proceder con un registro de lo permeable y vulnerable que es nuestra memoria en determinadas condiciones de exposición a los grupos de poder que manejan los medios?
El psicólogo James Werchst fue a Estonia a realizar un estudio sobre la capacidad de resistencia de la memoria. Estonia fue anexada a la URSS sobre el final de la Segunda Guerra Mundial, y recobró su independencia en 1991. Mientras formaban parte del bloque soviético, sus habitantes, durante la etapa escolar, aprendían la versión de la historia desarrollada por el aparato soviético. Esta construcción oficial, producida por el grupo dominante, era resistida por los estonios mediante distintas tácticas y estrategias. Uno de los recursos más efectivos consistía en el desarrollo de versiones alternativas a la historia hegemónica, en el ámbito de lo privado.
Los estonios se encontraban en una de las condiciones más favorables a la hora de encarar la lucha por la memoria: poseían una conciencia clara de los intentos de imposición de la versión del pasado producida por el grupo de poder. Los afroamericanos en Estados Unidos, en cambio, carecían hasta hace algunas décadas de versiones alternativas de su pasado, y por lo tanto su capacidad de resistencia a la versión de la historia provista por los manuales escolares se veía disminuida. Es de la mano de los derechos civiles que comenzaron a desarrollar su propia versión de la historia, generando nuevas formas de resistencia.
Los grupos de poder producen sus versiones del pasado y se distribuyen, por ejemplo, en manuales de historia. Pero es a través de los medios de comunicación que estos grupos ejercen su influencia cotidiana sobre la población. Siempre que alguien habla, escribe o pregunta, lo hace desde algún grupo o sector, cuyos principios, objetivos e intereses persigue. En Argentina, a diferencia de Estonia, el gobierno y los grupos de poder generadores de realidad no están alineados sino que se encuentra en un alto grado de conflicto. Lo que habría que preguntarse es qué efectos tiene esta situación de tensión en la memoria.
Los trabajos sobre la vulnerabilidad de la memoria abundan en la literatura psicológica. Elizabeth Loftus, por ejemplo, ha realizado un estudio con un grupo de individuos sobre quienes logró imponer recuerdos inexistentes en su memoria de la infancia. Una de las herramientas que parece disminuir esta vulnerabilidad son las advertencias. Advertir a los participantes de un estudio sobre la versión del pasado que van a escuchar y las intenciones de su emisor aumentan efectivamente los niveles de resistencia, reflejado en menores niveles de imposición.
Volviendo al episodio de Kirchner con el periodista, lo que aparece para algunos como una ofensa a un trabajador de los medios funciona como una advertencia por parte del ex presidente. Kirchner advierte a la población sobre las versiones de los hechos producidas por grupos con, inevitablemente, intereses propios. ¿Pero es suficiente advertir para evitar la imposición de las versiones del pasado?
Estudios en memoria colectiva muestran otras condiciones que favorecen la resistencia y disminuyen la vulnerabilidad de la memoria. Una de ellas es la posesión de una versión coherente y cohesionada de los hechos desde donde poder responder a la construcción dominante del pasado. En este punto, el Gobierno parece jugarse en contra. Por ejemplo, la problemática irresuelta con el Indec, la inflación, y la actitud del Gobierno hacia estos temas no hacen otra cosa más que tambalear cualquier versión sobre la gestión y logros de este Gobierno.
A su vez, las estadísticas indican que cuando los sujetos participan activamente de las discusiones del pasado, sus niveles de imposición disminuyen, mientras que aquellos que no participan de la discusión pero la presencian presentan niveles medios de imposición. La condición de mayor vulnerabilidad de la memoria, reflejada en altos niveles de imposición, surge en contextos donde no hay discusión alguna del pasado, sólo una versión dominante. En este punto, el Gobierno parece también proceder de una manera contraria a sus intereses. La falta de participación en los medios o la intervención a través de interlocutores desacreditados o con poca capacidad de articulación refuerza el discurso opositor y sus versiones de los hechos. El Gobierno parece conformarse con responder desde los distintos actos y, llevando su propia estrategia a un punto extremo durante la crisis con el campo, a través de la cadena nacional. Esta forma de accionar no implica específicamente una participación en una discusión y, sobre todo, descuida un área fundamental: el campo de lucha por la interpretación de sus propias acciones políticas y la producción de memorias.
Al cuestionar el lugar de pertenencia de un periodista, el ex presidente realiza una advertencia que opera sobre los niveles de vulnerabilidad de la memoria de la población. Ese cuestionamiento funciona como una señal, no al periodista, sino a los argentinos. Pero lo que este Gobierno hace positivamente en la lucha por la memoria de la vida cotidiana, es decir, advertir sobre las fuentes productoras de sentido, lo deshace por otro. Al carecer de canales de información adecuados, al no brindar versiones más coherentes debido a sus índices desacreditados por todos y al no participar en discusiones en los medios, deja a la población en condiciones de mayor vulnerabilidad frente a los grupos de poder mediático y sus intereses.
La gestión de Néstor Kirchner tiene entre sus mayores conquistas la consolidación de una memoria del pasado reciente como consecuencia de su política de derechos humanos. El actual gobierno de Cristina Fernández de Kirchner parece, por otro lado, desatender la lucha por la memoria cotidiana. Si el desenlace que tuvo en el Senado la resolución 125 obliga a mostrar algunos cambios para recuperar el terreno perdido, quizá sean sus políticas de la memoria uno de los lugares a atender.
* Psicólogo. Ph.D Conicet.
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