Pasó 25 años reclamando que le compensaran los veinte que pasó preso. El afroamericano James Richardson fue condenado en 1967 por un jurado de blancos por un crimen horrendo, haber matado a sus siete hijos. El caso fue tan polémico que nunca se cerró del todo y en 1989 lo liberaron al comprobarse que los testigos habían sido apretados por la policía. Ayer, el estado de Florida aceptó su responsabilidad y prometió una indemnización al ex preso de 78 años.
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