Los texanos decidieron militarizar la frontera con México para frenar la invasión de niños centroamericanos a los Estados Unidos. Como si esta migración de carácter social fuera un acto de agresión militar, el gobernador del estado de Texas, Rick Perry, decidió enviar a la frontera mil soldados de la Guardia Nacional en los próximos treinta días. El derechista Perry disfrazó sus objetivos al asegurar que se trata de “combatir las actividades de los carteles y a los criminales que amenazan la seguridad de los texanos”.