Dormía en un vuelo tranquilo de Aerolíneas Argentinas desde Río Gallegos a Buenos Aires. A las 4 de la madrugada, una azafata lo despertó: se había descompuesto una pasajera. Con antigua experiencia en terapia intensiva, la atendió y en seguida todo volvió a la normalidad. Minutos después, la misma azafata lo encaró de nuevo. Otra mujer presentaba los mismos síntomas de hipotensión y mareos. Tensiómetro y estetoscopio en mano, dispuso el tubo de oxígeno y realizó maniobras, mientras calmaba los nervios de pasajeros y tripulación. La segunda paciente se recuperó, con lo cual no hizo falta desviar el avión a Comodoro Rivadavia, como proponía el comandante. Entonces sí, el ministro de Salud de la Nación, Daniel Gollán, regresó a su asiento y volvió al sueño interrumpido.