PLACER
› POESIA EN AUDIO
Palabras leídas
Dulce es el nombre de un proyecto de poesía en cd-rom con ganas de ser también cd de audio, que recupera el placer de que le lean a uno. El primero es una latita metálica con doce poetas.
› Por Soledad Vallejos
Escuchar lo escrito puede ser un atajo para descubrir que eso nacido en papel para permanecer en otro papel, para esconderse en un libro y pasar de mano en mano, puede tener otra vida. Puede suceder, por ejemplo, que en lugar de pasar de mano en mano empiece a transitar de boca en boca, de oído en oído, y en algún momento, tal vez, a acumularse como memorias de momentos de alguien que, en realidad, jamás hubiera tenido ese texto frente a sí. A veces, es en la trasposición de una frase a la voz que esas palabras adquieren un sentido, o por el contrario lo hacen estallar en otros miles y mezclarse con sonidos diferentes mientras van tejiendo ritmos y meciendo escenas con cadencias nuevas.
Hay algo de todos esos vértigos escondido en esa latita plateada que, bajo la etiqueta de Dulce, arropa las voces de doce poetas argentinas leyendo sus textos merced a una pregunta que María Medrano (escritora ella misma) suele hacerse frente a textos (de consagrados y no tanto) que la conmueven: “A veces, leés algo de alguien y decís ‘tiene 50 años ahora, a los 20, ¿cómo era?’ Porque en la voz está la energía que tiene uno, se transmiten muchas cosas a través de la voz, es un registro muy fuerte que habla mucho de uno”. Y es tan difícil últimamente que alguien lea en voz alta sólo para una (que haya un texto hablado esperándonos antes de dormir para llevarnos en andas de regreso a esos rituales infantiles) que esta experiencia de documentación de poesía latinoamericana (para un futuro posible, para un presente de intercambios, para trazar otras rutas y encontrar voces desconocidas) perfectamente puede dispararse hacia lugares, literalmente, desconocidos.
María parece ser de esas personas que encuentran en la experiencia poética no tanto escapatorias posibles como realidades paralelas, y tal vez sea en esa pluralidad de dimensiones personales abiertas a la mirada (y la escucha) ajena que el voyeurismo abandona lentamente las artimañas de los goces individuales para abrir puntos de contacto. Si la poesía es una actividad solitaria, que nace y termina en una soledad absoluta (a pesar de todas las voces que puedan habitar un mismo texto), las ceremonias de compartir que vienen fortaleciéndose en los últimos años en lecturas públicas y encuentros, quizás vengan a demostrar que no sólo de libros vive el placer por las palabras. Básicamente porque en esas materializaciones de lo escrito en sonidos asoma el gusto de escucharlas. Son doce, en primera instancia, las escritoras que registraron textos y voces en un cd-rom –originariamente, es decir, antes de la crisis de 2001, iba a ser un bonus de la revista Voy a salir y si me hiere un rayo, ahora convertida en sello editorial digital– de estética delicadamente engolada y que suma la participación de músicos (DJ Tim) y diseñadores (la gráfica es de Diego Bianchi y la multimedial de Ximena May) para entregar pequeños instantes de estética visual y sonora.
Poniendo el cd en la computadora, pueden asomar las producciones sensuales de Verónica Viola Fisher, la deliciosa oscuridad de Lola Arias, los entreveros juguetones de Roberta Iannamico, o trabajadísimas revanchas sentimentales-institucionales de la misma María Medrano, entre obra de Cecilia Pavón, Selva Di Pasquale, Patricia Suárez, Anahí Mallol, Silvina Vázquez (co-gestora de la idea inicial), Ximena May, Carolina Jobaggy y Ana Wajszczuk. “Lo que estos libros-discos proponen es la posibilidad de estar en casa, desparramar el cuerpo sobre un sillón, bien cómodo, o de tirarse en la cama y por fin escuchar poesía muuuuuuuy cómodamente. Para mí la poesía tiene mucho que ver con el placer, me gusta disfrutarla, degustarla, como la música. Gozar con la poesía es también dejarse invadir por ella, y la escucha debe traernos ese placer, ese que también nos da la lectura silenciosa”, acota María. Dicen las voluntades poéticas que, en el futuro inmediato, Dulce (que, dicho sea de paso, es más una declaración de principios que una descripción del contenido del cd. A fin de cuentas, se trata más de paisajes y terremotos que de tranquilidad edulcorada) tendrá no uno sino varios sucesores. Auguran, por ejemplo, que los próximos pasos serán dados en cds de audio, que puedan escucharse durante caminatas por la ciudad o en pleno living. En ese formato, que recomiendan piratear de ser necesario porque eso “multiplica al infinito las posibilidades de circulación, nos interesa que el disco se mueva”, aparecerá una antología de poesía chilena como puntapié para empezar los intercambios regionales. También hay un bonus con las lecturas que el cubano José Kozer realizó la semana pasada en el ICI, y una segunda y una tercera parte del proyecto original (con las voces de Laura Wittner, Bárbara Belloc, Martín Gambarotta, Alejandro Rubio, Osvaldo Méndez, Damián Ríos, Fabián Casas, Juan Desiderio, Silvana Franzetti, Mercedes Mc Donell, Patricio Grinberg, Gabriela Bejerman, Walter Ch. Viegas, Fernando Molle, Santiago Pintabona, Washington Cucurto). Muy probablemente, habrá uno íntegramente dedicado a los textos y las voces de las mujeres que participan del taller de la cárcel de Ezeiza, que María coordina desde hace dos años. Los rumores, también, sugieren que es probable que haya un replay de la presentación (que se hizo a fines de marzo en el C. C. Ricardo Rojas), tan sólo para despuntar el vicio y experimentar con nuevas formas de entreverar música, poesía y veladas memorablemente efímeras.
Dulce se consigue en Asunto Impreso, Hernández, Norte, Belleza y Felicidad, Del Mármol, la Boutique del Libro y Capítulo Dos (La Plata).