Mensaje a los no lectores: ¡No se lo pierdan! Y no lean porque la lectura sirva para algo. Descarten todo otro fin que no sea el de gozar. La lectura no sirve para nada de lo que la cultura de estos tiempos considera como muy valioso, y eso es lo que termina siendo su más elevado valor. No sirve para hacer crecer el Producto Bruto Interno, no sirve para adelgazar, ni tampoco para pagar los impuestos. Sin embargo, al poco tiempo de cultivarla, nos damos cuenta de que sirve para “pasar el tiempo”, para vivir un poco más y quizás bastante mejor.
Desde un punto de vista práctico está el tema del tiempo libre y el aburrimiento. La pasión por leer no deja espacios libres. Puede ser en la sala de espera de un médico, haciendo una extensa cola o un viaje largo. Siempre bajo la mirada inquieta y acaso envidiosa de aquellos que no leen, para quienes esas esperas pueden llegar a ser torturas encubiertas.
Pero claro, los cómodos absténganse. Este es un placer de riesgo y esfuerzo, o un riesgo del placer. Esto de leer exige una condición previa. Hay que vencer la inercia natural a recibir todo masticado y digerido, inercia que es impulsada por la moderna y exultante cultura de las pantallas (de todas).
Dedicando tiempo a leer, no hacemos otra cosa que ingresar en esos mundos donde reinan las emociones, la angustia, la imaginación o la tristeza, que son todas ellas notas distintivas de la vida.
A los que no leen los invitamos a iniciarse. Si no nos dan pelota peor para ellos, ¡no saben lo que se pierden!
Cuando leí (en esta misma sección, hace unas semanas) la nota firmada por la lectora Del Buono, no supe cómo hacer para saludarla calurosamente, entonces me salió esto.

* Lector.
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