Jue 20.11.2008

PSICOLOGíA  › CARACTERíSTICAS DE LA ADOLESCENCIA ACTUAL

“Ocultos tras su nickname”

El adolescente de hoy “puede elegir quién quiere ser: armarse una identidad a su gusto; hasta su aspecto físico puede ser creado por su imaginación. Tampoco es necesario encontrarse personalmente, se puede usar la computadora o el celular que cada vez tiene más elementos”.

› Por Virginia Ungar *

No podemos dejar de tener presente que una de las formas más graves de enfermedad mental, la esquizofrenia, hace su aparición en la adolescencia. También es cierto que uno de los cuadros más frecuentes en nuestra consulta actual, la anorexia, es prevalente entre la pubertad y la adolescencia. El tránsito de la pubertad a la adolescencia y de allí a la llamada vida adulta implica complejísimos procesos que crean una exigencia de “trabajo psíquico” a una mente que se encuentra en cierto modo en una situación caótica: en la pubertad se produce el derrumbe de la estructura latente, sostenida por un severo y obsesivo splitting del self y de los objetos. Lo pulsional irrumpe desde un cuerpo que se convierte en una suerte de “extraño” que va a determinar una compleja tarea de integración a tramitar.

La pubertad contiene un protagonismo de lo corporal del que no sólo somos testigos como padres en casa o como analistas en el consultorio: lo ven con mucho mejor ojo comercial los especialistas en marketing, perfectos conocedores de que el target del consumo es la gente joven, entronizada en nuestros tiempos por los ideales de una eterna juventud, como se puede apreciar al simplemente observar las pautas publicitarias.

Si bien el proceso adolescente tiene ciertas invariantes, la producción de diferentes subjetividades va a cambiar de acuerdo con los diferentes medios sociales en los que un individuo realice su proceso de desarrollo.

Donald Meltzer (Adolescentes, ed. Spatia) piensa la adolescencia como un estado mental. Propone que en la pubertad reaparecen las confusiones propias de la etapa preedípica (bueno-malo, femenino-masculino, niño-adulto) y también la confusión de las zonas erógenas. Esta situación se agrava con la aparición de los caracteres sexuales secundarios, que hacen que el/la joven se pregunten: ¿de quién es este cuerpo?

Otra idea de Meltzer, que considero central, es la de la importancia del grupo de pares en el desa-rrollo del adolescente. Con esto no habla solamente del proceso de socialización, del tránsito necesario de la endogamia a la exogamia, tarea del desarrollo adolescente, sino que el grupo sirve fundamentalmente para contener las confusiones creadas por el uso de identificaciones proyectivas en las que se ponen en juego partes del self con un grado de fuerza y violencia tal, que llevan inevitablemente a la acción, tan característico en la conducta de los jóvenes. El grupo, que en la pubertad es “homosexual” descriptivamente, contiene las confusiones y ansiedades paranoides, y tiene como preocupación central la confrontación con los grupos del otro sexo. Luego, en un desarrollo satisfactorio, se pasaría al grupo adolescente heterosexual, de características más depresivas, en el que se van a formar las parejas a partir de los “traidores” del grupo púber. La idea central es que el grupo púber-adolescente crea un espacio en el que se puedan experimentar las relaciones humanas, concretamente en el mundo externo, y sin la presencia de adultos.

Según la propuesta de Meltzer, el adolescente se mueve en el proceso de desarrollo de su estructura interna en tres mundos: el de los adultos, el de los niños en el ámbito de la familia, y en el de sus pares.

La llamada transición adolescente implica justamente el pasaje del mundo del niño en la familia hacia el mundo de los pares y de allí al mundo adulto.

Al entrar en la adolescencia se produce un choque en el encuentro con un mundo que no sigue las pautas que reglaban las instituciones que regulaban la infancia del que ahora es un joven.

Las instituciones han sufrido cambios acelerados. En este sentido, muchas de las consultas que recibimos tienen que ver con jóvenes que provienen de nuevas configuraciones familiares. Pero pienso que la vital importancia del grupo de pares permanece vigente. Hasta no hace mucho, el grupo tenía sus raíces en el colegio, el club o el barrio. Estas formas de agrupamiento todavía siguen teniendo cierta vigencia. Pero el tiempo actual determina nuevas formas de asociación entre las personas y nuevas formas de identidad grupal. Pueden darse de diversas formas, los grupos que ya conocemos, por ejemplo alrededor del deporte, pero también otros, que se pueden nuclear alrededor de determinados gustos en la música, clubes de fans, hasta reunirse para defender causas como la lucha contra la contaminación ambiental. También podemos observar otros agrupamientos menos comunes que pueden tomar la forma de adorar dioses paganos inspirados en oscuros poetas ingleses del siglo XVIII, o también jóvenes que forman parte de grupos ultrarreligiosos.

Lo más vivo del momento actual parecen ser las llamadas subculturas, formadas por grupos de individuos que tienen afinidades y se reúnen para intercambiar información sobre juegos de roles, tipos de música (dance, electrónica, rap, alternativos, cumbia), hasta el grupo llamado de los “emos”, en Buenos Aires. Su nombre proviene de la abreviatura del término emotional en inglés, son delgados, llevan el pelo negro y con un largo flequillo que les oculta la mitad de la cara. Esto lo explican ellos mismos diciendo que, así como una parte de la sociedad les da vergüenza, tampoco quieren que esa gente los vea. Se dicen “sensibles”, algunos de ellos llegan a prácticas de cortarse la piel, y a veces, muestran secuencias en YouTube.

Los medios se imponen de manera directa al joven y ocupan un gran espacio del terreno en que se de-sarrollan los vínculos, que en otra época lo habitaban la familia, la escuela o el club. El adolescente de hoy atraviesa ese mundo mediático a través de la llamada realidad virtual. El intercambio grupal no tiene por qué ser necesariamente en el patio de la escuela durante el recreo, ni en el club, ni en la vereda del barrio. Puede ser en el ciberespacio, a través del email, el chat, los juegos en red, los foros. Ahí el/la joven puede ser quien más quiere ser. También puede hacer lo que en el mundo real no le es permitido: puede elegir quién quiere ser; tiene la posibilidad de armarse una identidad a su gusto, nombre y apellido ocultos tras su nickname, hasta su aspecto físico puede ser creado por su imaginación. Tampoco es necesario encontrarse personalmente, se puede usar la computadora o el celular que cada vez tiene más elementos.

Existe una serie de juegos, uno es SIMS, otro Second Life, de gran éxito, en los que se pueden pasar horas “creando” la vida de un personaje, en el caso del último, llamado avatar, al que se le pone nombre y se lo “cría” como en el SIMS, desde que nace hasta que muere, se lo sigue en sus estudios de grado, posgrado, romances, casamientos, nacimiento de hijos, divorcios. Una paciente de trece años me decía que pasa tantas horas jugando con el SIMS que ya le tiene tomada la mano. Mientras su personaje hace la carrera universitaria, ella se pone a hacer una tarea porque eso lleva más de una hora y media. En cambio su hermana mayor “es una tonta, no tiene paciencia y nunca va a acceder a un segundo nivel, porque se apura, se pudre y manda todo al diablo. Hay que tener paciencia, por ejemplo cuando tiene hijos, para los nueve meses hay que esperar unas horas, si te apurás puede perder el bebé”.

Hoy los adolescentes interactúan de manera bien diferente a los típicos grupos, barras, pandillas de barrio, club, agrupación política o religiosa. Nos hacen relatos de los chats, juegos en red, fotologs, blogs, videologs, graffitis, stencils y otras maneras de encuentros que, paradójicamente, tienen cierto componente de anonimato: pueden no llegar a conocerse en persona nunca.

En los fotologs, el elemento principal es la foto, que junto con la fecha, no puede estar ausente. También están los comentarios del autor y los comentarios que postean los amigos. Cuando éste es el elemento más importante y se suman enlaces a fotologs de amigos, estamos ante un fotolog para armar comunidades. Podemos comprender la importancia de la imagen en los jóvenes, quienes están tramitando la angustia por la pérdida de la representación de sí mismo y de su cuerpo infantil en un cambio acelerado que el mundo interno no alcanza a absorber, y necesita ser mirado y reafirmado por los otros –sus pares– que, como espejos parlantes, con sus mensajes le devuelvan algo, algo que puede ser confuso e infantil, pero que trae cierta calma a la angustia ligada al vacío de existencia.

El blog se puede definir como un sitio web personal en el que se escribe periódicamente, como un diario online sobre distintos temas que le interesan al propietario. Cada escrito está ordenado cronológicamente y recibe comentarios; además el sitio tiene enlaces con otros. Como los fotologs o el chat, el blog es un espacio abierto, compartido por millones de personas. Podría ser heredero del diario íntimo, aquel que me regalaron a mis doce años y que recibí con emoción porque tenía un candado y era una gran responsabilidad no perder las llaves. Ahora no hay espacio de privacidad, no hay intimidad. El blog usado como diario permite el acceso a cualquiera. El que escribe ya no lo hace en soledad y quizá tiene la ventaja de recibir comentarios que pueden servirle y acompañarlo, y se pueden establecer diálogos múltiples, aun interculturales.

Esta es la consecuencia del viraje que ha producido la tecnología. Somos vistos, estamos expuestos, tendremos que repensar el sentido y el significado de la privacidad y la intimidad. En el mundo adolescente, los intercambios sexuales con mucha frecuencia se dan en público, por ejemplo en las discos.

Desde otro punto de vista, los blogs que se centran en la información o en el intercambio de ideas políticas han traído ciertas ventajas. Permiten que la información comience a descentralizarse de las grandes ciudades, y emergen así como modo de resistencia ante la figura de, por ejemplo, Buenos Aires, como lugar que lo concentra todo, incluida la información. Al convertirse un proceso global permite conocer al instante lo que ocurre en un pueblo, un barrio o hasta lo que le ocurre una persona respecto de determinada situación.

Frente a todos estos cambios, no deberíamos ubicarnos en una posición normativa condenatoria de los modelos de la época; es preferible hacer un esfuerzo para observar e intentar un trabajo de reflexión sobre lo que ocurre. Así, pienso que los vínculos online podrían pensarse como una suerte de espacio transicional que prepara para la salida al mundo real.

* Chair del Comité de Psicoanálisis de Niños y Adolescentes de la International Psychoanalytical Association. Texto extractado de un trabajo presentado en el Congreso Latinoamericano de Chile /Fepal, septiembre de 2008.

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