Desde hace catorce años, la Comisión de Salud Mental de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) viene realizando talleres mensuales gratuitos y abiertos a la comunidad, destinados a personas que buscan trabajo y un mejor trabajar. El siguiente es un relato de uno de los talleres, durante el cuarto encuentro, en un momento avanzado del proceso grupal.

Como en otros momentos, la actitud del grupo es de espera, de necesidad de recibir; de que les demos lo que, según su vivencia, el entorno social les retacea o no les permite tener, como si nosotros fuéramos todopoderosos. Muestran una dependencia pasiva que deja de lado sus recursos y potencialidades, como si estuvieran vacíos.

Proponemos trabajar sus deseos y los obstáculos que encuentran en la búsqueda de un trabajo. Habían verbalizado que se sentían paralizados, “sin poder dar un paso más, sin saber cómo”. Un paso más ¿hacia dónde? nos preguntarnos nosotros: hacia la valoración, el reconocimiento, la dignidad; como si, en vez de recuperar el trabajo o adquirir un mejor trabajar, vinieran a recuperar el deseo y la autoestima perdidos.

“¿Qué sería dar un paso más?” fue la pregunta de la coordinación al grupo. Mencionan distintas posibilidades laborales, y surgen los “peros”: “Me ofrecieron un trabajo pero queda muy lejos...”. ¿Lejos de qué? ¿De dónde? podemos preguntarnos. “No sé venderme”, dice otra integrante. Podemos leer que no sabe mostrarse: quién es, qué hace. “Me propusieron dejar una obra mía en un museo importante, pero no me pagarían”, dice otra integrante, a la que el susto y el no sentirse acreedora de reconocimiento la hacen retroceder ante una propuesta que le abriría caminos.

Habitualmente los coordinadores trabajamos con recursos psicodramáticos. En este caso la escena que se dramatiza es la de una multiplicación interminable de “peros”: “Es muy lejos”, “Me pagan en negro”, “No me sé vender”, “Necesito la plata ahora”, “No tengo definido mi producto” (que también es decir: no tengo definido mi deseo), “El problema es mi edad”, “No tengo experiencia laboral”, “Me van a pagar muy poco”, “No sé si quiero trabajar toda la vida de eso”.

A partir del trabajo psicodramático surgen preguntas que evidencian la falta del propio reconocimiento como eco del no reconocimiento social: ¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Soy arquitecto o artesano? ¿Soy florista o terapeuta floral? ¿Soy bibliotecario o estudiante? ¿Soy albañil o vendedor ambulante? ¿Soy actriz o profesora de idiomas? Reflexionamos sobre la vivencia subjetiva de amenaza a la identidad cuando el deseo está jaqueado.

Una coordinadora, mediante la técnica psicodramática de doblaje, pone en palabras lo que no se dice: miedos, dudas, estructuras difíciles de romper, preconceptos. ¿Qué tendríamos que construir “nuevo” dentro de nosotros para posicionarnos como sujetos integrantes de la cadena social?

Finalizando el ciclo del taller, y como producto de la reflexión conjunta, aparece el darse cuenta de la fuerza de la paridad, en lugar de la anterior dependencia a figuras paternales o mecenas. Los pares son tenidos en cuenta como socios. Solamente en la construcción con los otros, en tanto pares, sería posible lograr un lugar transformador en la trama social. Conectarse con el deseo laboral es también conectarse con el deseo de ser ese eslabón activo en la propia transformación y la construcción del entramado social.

Nos preguntamos, al interior del equipo, si estos talleres de trabajadores sin trabajo o en búsqueda de un mejor trabajar, desde otra mirada, no serán talleres para personas que buscan recuperar su capacidad de desear y la propia valoración, al ser reconocidos en el grupo. Consideramos que hay una importante articulación entre recuperar la propia valoración y permitirse desear, lo que posibilita ponerse en marcha en la búsqueda de una mejora laboral.

* Integrada por Elina Aguiar (coordinadora), Rosa Gremes, Olga Idone, Graciela Paulotsky, Mariana Rosario, Martha Satne y Lionel Sicardi.