PSICOLOGíA › MATRIMONIOS NO CONSUMADOS
Los autores ponen sobre el tapete la cuestión de los matrimonios no consumados, situación que “las parejas ocultan, por vergüenza, a las familias y a los profesionales”.
› Por León Gindin y Tania Fridman *
El matrimonio no consumado (MNC) se define como el trastorno que presenta una pareja que, pese a intentar la realización del coito de manera regular (por lo menos una vez a la semana), no pudo lograr nunca la penetración intravaginal, luego de un lapso que nosotros hemos fijado arbitrariamente en cuatro meses luego del primer intento. De acuerdo con nuestra concepción, los MNC se clasifican en: de origen orgánico, por enfermedades o anomalías anatómicas; y por ansiedad sexual de causa psicosocial, pero siempre abarcando a la pareja consultante. Son muy poco frecuentes las consultas de este tema de personas sin pareja.
Otros autores, incluyendo el DSM IV (Manual de Diagnóstico de Trastornos Mentales, de la Asociación de Psiquiatras de Estados Unidos), los clasifican por su etiología individual: causa femenina (vaginismo, dispareunia, fobias) o causa masculina (disfunción eréctil, fobias, eyaculación ultraprecoz).
En la literatura médica no se encuentran datos de la frecuencia del matrimonio no consumado en la población general. La falta de información se debe a que este síndrome no se reconoce en las clasificaciones de enfermedades, porque las parejas lo ocultan con vergüenza a la familia y los médicos o porque el desarreglo se presenta bajo las denominaciones de deseo hipoactivo, fobias, vaginismo, disfunción eréctil primitiva, eyaculación ultrarrápida, a-sexualidad del adulto o esterilidad.
Es difícil establecer la frecuencia de los matrimonios no consumados debido a que la no consumación puede tener duraciones muy variables y a que son muchas las parejas que no acuden a la consulta. Alfred Kinsey (autor de El comportamiento sexual en el hombre, 1948, y El comportamiento sexual en la mujer, 1953), en una estadística realizada sobre un número muy grande de casos, señala que alrededor del 2 por ciento de las parejas en edad de copulación no consuman el acto sexual. Y si se aplica este porcentaje a la cantidad de matrimonios celebrados por año en la Argentina, 180.000, se descubre que los casamientos “en blanco” llegan a varios millares. Es cierto que algunos se divorcian y, teniendo en cuenta la situación, obtienen incluso la anulación del matrimonio por la Iglesia Católica.
Lo observado por nosotros es que la mayoría de las parejas que viven en esta situación siguen juntas, compartiendo un secreto del que se creen los únicos depositarios.
Una cifra interesante es la confirmada en Estados Unidos, donde al menos el 5 por ciento de los casos de esterilidad se deben en realidad a la no consumación. En 1989, otra investigación realizada sobre 887 pacientes ginecológicas puntualiza haber encontrado vaginismo en el seis por ciento de los casos. Gindin y colaboradores, en 1991, señalaban que los MNC representaban el 3 por ciento de los 6000 pacientes estudiados por síntomas sexuales en el Centro de Educación, Terapia e Investigación de la Sexualidad (Cetis) de Buenos Aires.
En una nueva actualización desde 1990 al 2008, sobre 17.000 casos (registro de consultas sexológicas efectuadas en nuestro Centro), del uno al dos por ciento se refieren a casos de matrimonios no consumados.
El vaginismo y las fobias a la penetración en la mujer, y la impotencia masculina y las fobias en varones constituyen la base de la mayor parte de los MNC. En la mujer, junto con las fobias sexuales (negativa absoluta a enfrentar el acto sexual), lo más común es encontrar el vaginismo y/o la dispareunia. La dispareunia (coito doloroso) puede ser superficial o profunda. Cuando es de origen psíquico suele suceder que sea expresión de una marcada hostilidad de la mujer respecto del hombre y de la sexualidad. Se trata de mujeres obsesivas. Esto las diferencia por completo de los casos de vaginismo, en que las personalidades tienden a ser de tipo histérico-fóbico; en ellas la libido está intacta, pero un reflejo de miedo impide la realización del acto sexual. En el vaginismo hay una contracción refleja involuntaria del músculo elevador del ano –constrictor de la vagina– frente a cualquier intento de penetración, que hace imposible las relaciones sexuales. Casi siempre hay conservación de libido.
Desde el punto de vista clínico, vaginismo y dispareunia a menudo se superponen. En el vaginismo los intentos de penetración, por las contracciones musculares, producen dolor, y la dispareunia desencadena mecanismos de contracción muscular como reflejo de defensa. La fantasía subyacente fundamental es de tipo agresivo-sádico.
En estudios de personalidad se ha relatado que las mujeres con vaginismo tuvieron madres autoritarias que les impusieron que el sexo era pecaminoso y no se podía hablar de ese tema. Son, en general, jóvenes y bonitas. Quisieran tener relaciones sexuales, pero viven la penetración como una situación de violencia. Son seres asustados. Se sientan en el consultorio con las piernas cruzadas, con la cartera en las faldas para protegerse y dicen estar convencidas de tener una malformación. Comentan además otras fobias asociadas al vaginismo: el miedo a la oscuridad, el miedo de estar solas, de nadar.
Las pacientes con fobias sexuales (erotofobia) exhiben escasa curiosidad sexual, piensan que su vagina es pequeña y vulnerable e imaginan que la penetración resultará dañina e hiriente. Asocian el sexo con el sufrimiento y la muerte.
S. Silversten (en Manual para el tratamiento cognitivo conductual de los trastornos psicológicos, de Vicente E. Caballo, Madrid, Siglo XXI, 2002) relata que las mujeres con vaginismo tuvieron padres abusadores, dominantes, violentos, pero también seductores, que las obligaban a ser “buenas niñas” y evitar las expresiones de agresividad. En la adultez estas mujeres mostraban la tendencia a escoger partenaires con estas mismas características de gentileza, pasividad y ausencia de agresión.
Leonard Friedman ya describió en 1962 tres tipos de mujeres en su libro Virgin Wives: a Study of Unconsummated marriages: 1. “La bella durmiente del bosque”: mujer infantil que sigue viviendo con su marido una relación fraterna. Son parejas dependientes de los padres y, a menudo, eternos estudiantes. Estos casos son los más frecuentes. 2. “Brunilda” (Brunilda era, en la mitología nórdica, una doncella escudera y una valquiria, palabra que significa “la que elige a los caídos en batalla”): la relación sexual se vive como una batalla entre sexos, con la angustia de que la feminidad sea un índice de debilidad y de pasividad. 3. “La abeja reina”: estas mujeres quieren que el hombre les dé un hijo, pero rechazan la sexualidad. El acto sexual es sucio, humillante, no es más que una penosa necesidad para quedar embarazada.
Nadine Grafeille (“Profil comportemental des partenaires des femmes vaginiques”, Psychologie Medicale, 18, 1986) describe las personalidades de los maridos de las mujeres con vaginismo como sexualmente inhibidos (impotentes o eyaculadores precoces), con intenso horror a la castración, homosexualidad latente y una moral de tipo masoquista como consecuencia de una crianza represiva y de rasgos de carácter de tipo obsesivo. Otros los describen como monogámicos, fieles y protectores, que representarían el rol de madre frente a sus esposas.
En los varones se descubren impotencias y falta de deseo, en oportunidades en las que el matrimonio se celebró por razones sociales y con un propósito exclusivamente reproductor. Se ve en casos de homosexualidad llamada egodistónica (estado de una persona con excitación homosexual no deseada y angustiante). También se ha señalado el MNC en casos de varones homosexuales que se casan para intentar luchar contra su orientación. Otras manifestaciones menos frecuentes del MNC son formas de eyaculación ultraprecoz, que suelen ir acompañadas de una erección insuficiente.
En los casos de fobias sexuales masculinas, la erección y el deseo están disociados. Estos maridos, a menudo ansiosos y tímidos, se sienten atemorizados por la penetración, referible a la fantasía de vagina dentada. Varias culturas tienen leyendas que hablan de las mujeres con vaginas dentadas, que se contaban con el objeto de prevenir sobre los riesgos de mantener relaciones sexuales con mujeres desconocidas. El mito expresa que la amenaza del coito expone al hombre que, aunque empieza triunfante, siembre acaba cabizbajo. La vagina dentada se ha convertido en una atractiva imagen para muchos artistas y escritores, particularmente en obras vinculadas con el surrealismo.
Aunque el mito se relaciona con el miedo a la castración, no tiene nada que ver con Freud, a quien se le atribuye erróneamente. Freud nunca lo mencionó en ninguno de sus trabajos y va en contra de sus propios pensamientos sobre la castración. Para Freud, la vagina significa miedo a la castración, porque el niño joven supone que la mujer empezó teniendo un pene que ahora está atrofiado. La vagina, entonces, es el resultado de la castración, no la causa.
Coincidimos con la mayoría de los autores consultados en que este padecimiento es el secreto mejor guardado de la pareja. No le es confiado a nadie, ni siquiera a familiares cercanos, médicos o psicoterapeutas, hasta bastante tiempo después de padecer el MNC.
* Extractado del libro Matrimonios no consumados (ed. Paidós), de reciente aparición.
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