PSICOLOGíA › CAíDAS DE NIñOS POR FALTA DE PROTECCIóN EN CONSTRUCCIONES
› Por Marcelo Silberkasten *
Durante todo el 2010 tuvimos en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez una epidemia singular: traumatismos diversos, algunos muy graves, de niños caídos desde alturas en villas miseria. En el servicio de neurocirugía del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, se internaron, en una sola semana de noviembre, cuatro chicos de la Villa 31 caídos desde la altura. Pero en un año fueron más de cien. Es una epidemia.
No es casualidad: en los últimos tiempos estos lugares están creciendo en altura, hay un crecimiento en altura de las villas, y esto se hace visible. Las villas tienen una vertiente que las emparienta con los countries: el que no pertenece a la villa o al country, el extranjero, sólo puede vislumbrar el lugar desde afuera; el country, quizá desde la Panamericana; la Villa 31, al acercarse a la Terminal de Omnibus de Retiro. Y al extranjero puede serle imposible ingresar, si no es acompañado por un residente local.
Otra coincidencia entre la villa y el country se da por su oposición cuasi dialéctica: el barrio privado está fundado en la ilusión de la seguridad absoluta (por eso, un robo banal en un country es noticia en los medios), mientras que la villa suele ubicarse como el lugar de la inseguridad absoluta (por eso, un robo en una villa no es noticia, ya que la noticia se define por oposición a un imaginario determinado).
Dos médicos y un psicólogo del Hospital de Niños fuimos al centro de salud de la Villa 31 para contarles a los profesionales lo que estaba pasando con las caídas de altura y ver qué podíamos hacer. Se incluyeron además dos agentes sanitarias y referentes barriales, que nos acompañaron en una visita por la villa.
Vimos escaleras de madera, tipo pintor, apoyadas para subir a un segundo piso, donde habitan familias enteras: un desastre. Pero vimos también escaleras muy bien hechas, con buenas barandas anticaídas. Vimos ventanas y puertas enrejadas: la gente de la villa también está preocupada por los robos. Ante la cantidad de cables, preguntamos a las agentes sanitarias si no había electrocuciones y contestaron que no: “Todos han puesto disyuntor en sus casas”.
Después, la jefa médica del centro de salud comentó que, cuando se produce un incendio, los vecinos de la Villa 31 se comportan con un notable grado de coordinación: parecería que cada uno sabe lo que tiene que hacer, no se produce ningún caos. En rigor, para evitar los incendios bastarían llaves térmicas, pero los vecinos incluyen disyuntores para preservar las vidas de sus familias.
En cuanto a las barandas de protección para evitar caídas, el hecho de que en muchos casos hayan instalado rejas –lo cual implica mano de obra, conocimientos y materiales parecidos– parece indicar que el vecindario cuenta con los recursos para instalarlas. De hecho, muchas veces las han puesto, pero no como barandas, sino como rejas.
* Psicólogo de planta en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. El texto es fragmento de un trabajo más extenso.
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