PSICOLOGíA › “DONDE EL DESEO SE CONFUNDE CON LA REALIDAD”
› Por Germán García *
El 7 de julio de 1960, en la última clase del seminario La ética del psicoanálisis, Lacan dijo que “uno de los rasgos más entretenidos de la historia de las ciencias es la propaganda que los científicos y los alquimistas hicieron ante los poderes [...] ¿Cómo pudieron los poderes dejarse agarrar? La respuesta a este problema debe buscarse del lado del desmoronamiento de la sabiduría. Es un hecho que se dejaron agarrar, que la ciencia obtuvo créditos, gracias a los cuales tenemos esta venganza encima”. ¿La ciencia como venganza? La respuesta está unos párrafos antes: “Creo que a lo largo de este período histórico, el deseo del hombre largamente sondeado, anestesiado, adormecido por los moralistas, domesticado por los educadores, traicionado por las academias, se refugió, se reprimió muy sencillamente en la pasión más sutil y también la más ciega, como nos lo muestra la historia de Edipo, la pasión del saber”. Dentro de esa pasión del saber existe la vertiente de la sabiduría, pero aparece perdedora frente a la vertiente de la ciencia irónica y sus juguetes técnicos que, como el deporte, son pasión de multitudes.
La ciencia irónica está definida como una ciencia donde los deseos se confunden con las realidades. Obviamente, nosotros no aceptamos esa oposición deseo-realidad, pero me parece interesante en el sentido de que cuando Lacan plantea la ciencia como una venganza, lo hace como algo que viene a responder al deseo que ha sido avasallado a través de siglos, de modo que habría que trabajar sobre el tema de esa venganza; pero introducir esta idea de la ironía de la ciencia invierte la carga de la prueba de lo que nosotros veníamos tan satisfechamente pregonando, y convierte a los portadores de los objetos tecnocientíficos en los que juzgan a quienes hasta hace poco nos juzgaban a nosotros; esto es lo que me parece irónico de la cuestión de la ciencia. De todos modos, yo creo que cada vez que se habla se es irónico, porque las cosas que no son irónicas no se hablan, se escriben.
* Fragmento de una exposición contenida en el Volumen del VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
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