PSICOLOGíA › LEGADO DE J.-B. PONTALIS
› Por Jean-Bertrand Pontalis *
Cuando se busca la propia voz íntima, son todas las voces extranjeras las que se encuentran... En nosotros, estas voces son a la vez claras y mezcladas: la de una oscura institutriz puede permanecer tan grabada como la de un maestro ilustre, Sartre o Lacan; la de una mujer una vez amada, que me dejaba en ocasiones sin palabras a fuerza de ser inasible, cercana a la de una madre escuchada cada noche al otro lado del teléfono; la de un paciente cuyo discreto sufrimiento disimulaba la ironía de haberme tocado profundamente resuena ahora como si estuviese todavía en sesión con él. Las múltiples voces no vienen todas de la infancia: creo que uno nunca, felizmente, termina de apropiárselas, nunca terminamos de devenir otro, pero ellas están, al menos en lo que a mí respecta, referidas a lugares. La memoria está menos subordinada al tiempo, ese enigma, que al espacio, que le da forma y consistencia: un aula de clases, una casa con su jardín, un hospital, habitaciones de las que uno conserva para siempre sus particulares olores. Nuestra memoria: cámara oscura o, más prosaico, un cuchitril donde se esconden restos inútiles, donde brillan estallidos conmovedores: el desorden de un altillo sin edad.
* Destacado psicoanalista y filósofo francés fallecido el 15 de enero pasado. El texto, inédito en castellano, es un fragmento del post scriptum de L’amour des commencements. Se publica por gentileza del psicoanalista Jorge Rodríguez, quien efectuó la traducción.
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