PSICOLOGíA › “UNO DE LOS MáS PLACENTEROS”
› Por Luisa Torres *
El punto G o de Grafenberg está a unos pocos centímetros de la entrada de la vagina. Para buscarlo, hace falta suficiente lubricación vaginal, de modo que la introducción del dedo en la vagina no cause molestia o dolor. Sentada, ubicando la palma de la mano hacia arriba, la mujer puede encontrarlo con su dedo, a unos cinco centímetros en la pared anterior de la vagina. Puede ser de gran ayuda que, una vez introducido el dedo índice en la vagina, lo mueva en el interior como si hiciera señas para llamar a alguien; presionando fuerte, probablemente lo encuentre. Sin embargo, si no está excitada es posible que no lo sienta, debido a que este punto aparece con la excitación.
Se lo considera uno de los más placenteros de la fisiología femenina, pero no hay que olvidar que la mayoría de los puntos del cuerpo son placenteros. Para muchas mujeres la parte más sensible de la vagina se encuentra en las paredes de entrada; otras sienten más placer cuando el pene roza un lado del cuello del útero, mientras que algunas definitivamente se inclinan por la estimulación del clítoris. Por fortuna, todas estas prácticas se pueden hacer simultáneamente.
Si una mujer quiere vivir esta experiencia con su pareja, hay varias posturas que pueden ser favorables para el estímulo del punto G. Antes de comenzar la búsqueda, la mujer puede aprovechar para autoestimularse. Al principio tal vez sienta ganas de orinar, por lo que es aconsejable ir al baño antes. Las primeras prácticas pueden resultar poco placenteras, pero si la mujer es constante, acabará por encontrar la ubicación del punto G y disfrutarlo.
Si ella quiere que su compañero la ayude a localizar el punto G, debe guiarlo para que la estimule a medida que vaya registrando las sensaciones de placer: para ellos no es sencillo saber exactamente cuál es el punto con el simple tacto; la única pista que podrían tener es que es un poco rugoso y alargado, a diferencia del resto del interior de la vagina. Otra pista es que se hace más grande a medida que aumenta la excitación. En todo caso, a él siempre le vendrá bien un poco de ayuda de ella. Este ejercicio también favorece la comunicación abierta y desinhibida en la pareja y promueve el acercamiento y la confianza.
Una posición que suele favorecer el estímulo del punto G es la del perrito. También es efectiva la postura en que la mujer se ubica encima del hombre, ya que así lleva el movimiento rítmico que necesita para lograr el estímulo adecuado. Una vez arriba, puede pegar el pecho al de su compañero o por el contrario echar el torso un poco hacia atrás, para encontrar la postura que más la acerque al placer.
Otro dato interesante acerca de la estimulación del punto G es que puede suscitar la llamada “eyaculación femenina”. Es importante que la pareja sepa que, al estimular el punto G, la cantidad de flujo o líquido expulsado por la vagina será seguramente mayor a la usual en el momento del orgasmo.
Aunque menos conocido que el punto G de la mujer, existe el punto G del hombre, ubicado en la próstata. Es posible encontrarlo en el interior del ano, a unos pocos centímetros de la entrada, en dirección al pene. Si se introduce media falange del dedo índice, es posible sentirlo como un pequeño bulto.
Al igual que en las mujeres, el orgasmo producido por la estimulación de este punto suele ser muy placentero. Si existe resistencia por parte del hombre para practicar esta técnica de placer, es importante respetarlo, pero en la mayoría de los casos obedece a razones de prejuicio; la mujer puede lograr que él ceda si le ayuda a entender que esto nada tiene que ver con la homosexualidad y le sugiere que no lo descarte sin haberlo intentado.
Introducir nuevas prácticas en la vida de pareja y mantener una constante exploración en el campo de la sexualidad no sólo mantiene vivo el deseo, sino que abre las puertas a nuevas posibilidades. Por ejemplo, la estimulación del punto G puede ser una alternativa efectiva para mujeres a quienes les resulta difícil llegar al orgasmo con los métodos tradicionales. Descubrir el punto G y aprender a estimularlo puede marcar una gran diferencia en la visión y en la experiencia de la sexualidad.
* Sexóloga, con maestría en “Orientación, Terapia Sexual y de Pareja” en la Fundación Sexológica de Madrid. Extractado de un trabajo publicado en www.fucsia.co.
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