› Por Elsa Maluenda *
Italo Calvino en Por qué leer los clásicos afirma: “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”. Esta premisa se ajusta sin duda al Ulises, la novela que cambió de modo radical la forma de escribir y de leer, y que podemos incorporar a la lista de clásicos más citados que leídos.
Para Jorge Luis Borges, la empresa que Joyce se propuso es en apariencia modesta, narrar un día en la vida de Leopold Bloom. Pero un día en la vida de cualquier hombre tiene infinidad de cosas para registrar: percepciones, recuerdos, pensamientos, encuentros, en suma –dice Borges– en un día está presente el infinito, como en la paradoja de Aquiles y la tortuga y como –en al menos dos cuentos del propio Borges– Funes el memorioso y El Aleph.
Ha pasado casi un siglo de la controvertida primera edición del Ulises, y desde entonces ha suscitado tanta admiración como rechazo. Se ha dicho hasta el hartazgo que es un libro imposible de leer, entonces: ¿por qué leer Ulises hoy?
Porque se publicó una nueva traducción al español el año pasado en Argentina, que debemos a la pasión de su traductor, Marcelo Zabaloy, y de su editor, Edgardo Russo. Porque quienes nos hemos topado con la dificultad que tal lectura conlleva, encontraremos en las extensas notas que acompañan cada uno de los 18 capítulos una guía imprescindible. Porque como ha declarado Zabaloy, se trata de un libro que nos hace mejores personas. Enunciado un tanto enigmático que cada lector podrá comprobar o refutar.
Y ¿por qué hablar de este libro en la sección Psicología de un diario?
Porque Jacques Lacan dedicó uno de sus últimos Seminarios, el número 23 El sinthome a James Joyce. Fiel a su estilo, Lacan se ocupó de dejarse enseñar por Joyce, para mostrar cómo alcanzó un saber hacer con la escritura que le permitió, entre otras cosas, hacerse un nombre propio, nombre que ha pasado a la historia convertido en nombre común, transformado en el adjetivo joyceano.
Porque leyendo el Ulises podemos aprehender de otro modo el recorrido que Lacan hace en cada clase de su Seminario.
Si “Ulises es el testimonio de lo que mantiene a Joyce arraigado al padre mientras reniega de él”, ¿de qué padre trata el Ulises? ¿De aquel que Stephen busca? ¿De aquel que Leopold no puede ser? Sí, pero también de Dios y del artista en tanto creador. Ante esta pluralización de figuras paternas ¿cuáles son las herramientas para orientarse? Stephen Dedalus lo dice así hacia el final de Retrato del artista adolescente: silencio, exilio y astucia. Un silencio que no es equivalente a callar, un exilio desde el que Joyce escribió y una astucia como nombre del saber hacer.
* Psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).
La nueva edición del Ulises, en la traducción de Marcelo Zabaloy, será presentada el próximo jueves 16 con la ponencia “Algo de lo que usted siempre quiso saber sobre Ulises”, a cargo del propio traductor y los psicoanalistas Carlos Rossi y Elsa Maluenda. En la Biblioteca de la EOL, Ancón 5201, a las 20.
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